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Revista Ecoguía. Noticias Ambientales y Ecológicas

Con 70 metros de eslora, el Sea Voyager ofrece confortables condiciones de alojamiento y cinco días de diversas actividades, que van desde el buceo hasta el avistamiento de aves.

La casona sin puertas y altos techos en palma de moriche, anuncia la llegada a Juan Solito. Así se llama el hotel de La Aurora, en homenaje a un viejo ritmo del Llano que se ha ido olvidando con el tiempo. Ni el nombre de la reserva ni el del hotel se leen en aviso alguno. Pero a medida que se van abriendo los broches de alambre de púas, después de dejar atrás el Totumo, la última vereda de Paz de Ariporo, aumenta la expectativa por llegar a una de las reservas naturales más grandes del Casanare.

Colombia por donde se recorra ofrece espectaculares y sitios de recreación y descanso. Sin ir tan lejos, saliendo de Bogotá por la autopista norte, en tres horas y media, aproximadamente, se llega a la hermosa Laguna de Tota, no sin antes recrear la vista a través de lindos paisajes que parecen más bien una “colcha de retazos” por la variedad de tonos y colores que ofrecen a propios y turistas.

Van en busca de un espectáculo único, irrepetible, inolvidable y reconciliador: Vivir el amanecer llanero desde los 5.530 metros de altura en la cumbre del pico Ritacuba Blanco, la máxima de la cordillera oriental enclavado en la esquina que une a Boyacá, Arauca y Casanare, un sueño que pocos logran vivir con sus pies sobre esa nieve.

El hermoso espectáculo natural que ofrecen las ballenas jorobadas en el Pacífico se repite. Desde Junio hasta Noviembre, los turistas, en particular quienes se desplazan hacia lugares como Bahía Solano, Bahía Málaga, Nuquí y Juanchaco, pueden deleitarse con los sorpresivos saltos y otras maniobrasde estos mamíferos, que se mueven en una especie de danza acrobática. Todo un reto para aquellos que intentan grabar estas imágenes en sus cámaras de fotografía o de video.

Por Diana Manrique Horta

Cuando Sir Arthur Conan Doyle escribió su novela El mundo perdido, describió en ella un lugar donde las montañas eran planas en su cima, vivían dinosaurios y habitaba un hombre prehistórico y caníbal. Por el año 1912 los relatos que este británico contaba en su obra parecían sacados únicamente de su imaginación, pero aquel exótico lugar sí existía, estaba en Venezuela, era la Gran Sabana.

A pocos kilómetros del municipio de Puerto López, Meta, en medio del inmenso horizonte de sabanas y con una entrada monumental adornada de palmas como los famosas malokas indígenas, empieza una de las aventuras más gratas del Llano por cuenta del Parque Agroecológico Merecure, nombre inspirado en uno de los árboles insignias de la Orinoquia.

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