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Revista Ecoguía. Noticias Ambientales y Ecológicas

Por Diana Manrique Horta

Cuando Sir Arthur Conan Doyle escribió su novela El mundo perdido, describió en ella un lugar donde las montañas eran planas en su cima, vivían dinosaurios y habitaba un hombre prehistórico y caníbal. Por el año 1912 los relatos que este británico contaba en su obra parecían sacados únicamente de su imaginación, pero aquel exótico lugar sí existía, estaba en Venezuela, era la Gran Sabana.

Aunque a comienzos del siglo XX quienes se atrevían a adentrarse en este territorio hostil eran los científicos, el paso de los años ha convertido a la Gran Sabana en un destino turístico cada vez más apetecido por aquellas personas que buscan cierto grado de aventura. Y lo encuentran.

Conocido también como Parque Nacional Canaima, este lugar tiene una extensión de tres millones de hectáreas, lo que lo convierte en uno de los más grandes del mundo y, sin duda, en uno de los más espectaculares del planeta. Se ubica al sureste del país en el Estado de Bolívar y abarca los municipios Piar, Sifontes y Gran Sabana. El parque fue creado en mayo de 1962 y ampliado en 1975. Su gran riqueza paisajística y biológica, así como sus más de dos mil millones de años de antig?edad, lo convirtieron en 1994 en Patrimonio de la Humanidad.

Dentro de las características que más sobresalen de la Gran Sabana se encuentran los ?tepuy?, que en el lenguaje de la comunidad indígena Pemón significa morada de los dioses. Se trata de unas espectaculares montañas que se elevan a gran altura y cuya principal característica es que su cima es plana. La base de estas formaciones está cubierta por densa selva que va transformándose a medida que la altura modifica el clima y las condiciones. Desde ella emergen imponentes moles de piedra con paredes y acantilados rectos.

Los tepuyes tienden a estar aislados unos de otros, es decir, no forman parte de una cadena común. Esta característica ha hecho que en cada una de estas montañas se desarrollen especies animales y vegetales endémicas, la mayoría desconocidas aún para la ciencia. De hecho, más del 90% de las mesetas que constituyen las cimas de estas formaciones jamás han sido pisadas por el hombre. Algunos expertos consideran a la Gran Sabana como una ecoregión única.

Dimensiones colosales

Entre los tepuyes más conocidos está el más grande en extensión, el Auyantepuy, desde cuya cumbre nace el Salto Ángel (la caída de agua más alta del mundo, con 980 metros). Esta montaña de 2.650 msnm se localiza en el extremo occidental del parque y para acceder a ella se requiere de vuelos en avioneta, navegación por ríos y caminatas para llegar a su base. Sin embargo, es la vedette del parque, pues es la más visitada por miles de turistas, extranjeros y nacionales, cada año.

En el sector oriental se encuentran las montañas Roraima y Kukenan. ?Roroima?, como la llaman los pemones, también es conocida como ?la madre de todas las aguas? y es el más alto de los tepuyes de la Gran Sabana (2.810 msnm). Quienes alcanzan la cumbre pueden observar parte de las 300 especies de plantas endémicas del parque, que incluyen especies carnívoras y un impresionante gran mar de cuarzo.

Por su parte, desde la cumbre del Kukenan (2.680 msnm), narran las leyendas, los pemones derrotados en sus luchas contra los ?makushi? del Brasil o que padecían mal de amores se tiraban al abismo. Por eso también es llamado ?Matawi?, que traduce ?si subes mueres?. Posee una magnífica caída de agua que ostenta el segundo lugar en el mundo con sus más de 600 metros de altura.

Turismo en ascenso

Según el reconocido alpinista y escritor madrileño César Pérez Tudela, quien ha realizado varias visitas a la Gran Sabana, cuando se alcanzan las cimas de los tepuyes se tiene otra visión del mundo, una que es más cercana a la idea del paraíso, en el origen de la existencia: piedras de cristal, orquídeas enormes, plantas insectívoras de gran tamaño, líquenes multicolores y formaciones rocosas, como miles de ?ciudades encantadas de Cuenca?.

En cualquier recorrido que se haga por la Gran Sabana atravesando el Parque Nacional Canaima se pueden apreciar los más importantes tepuyes del lugar a simple vista. El crecimiento del turismo ha sido vertiginoso en los últimos años, debido a las facilidades y comodidades que ofrecen los paquetes turísticos y posadas de la región.

La hospitalidad de sus habitantes más milenarios, los indígenas pemones (significa gente), también hace de la visita a este lugar una experiencia maravillosa. Ellos se han adaptado al turismo y por lo general protegen su entorno creando fuertes normas para el uso del parque; se mueven con agilidad en la intrincada red de ríos trepidantes de la Guayana y tienen los tepuyes, las tierras expuestas más antiguas del planeta, como marco de su cotidianidad.

Quienes han tenido la oportunidad de conocer la Gran Sabana aseguran que visitarla es una experiencia que marca un antes y un después. Admirar un tepuy es un regalo, ascenderlo una dicha y conservarlo una necesidad. De ahí que la invitación además de a conocer uno de los lugares más espectaculares del planeta sea también a hacerlo con responsabilidad.

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