BOGOTÁ, mayo 2 de 2011.- Una serie de recomendaciones generales para los agricultores elaboró CORPOICA con el fin de evitar o controlar la aparición de enfermedades en los cultivos ubicados en zonas que han sufrido inundaciones y se reincorporen a la producción, lo mismo que en aquellos que están en suelos no inundables o de ladera.
Según lo explicó el investigador Jairo Osorio Cardona PhD., la ola invernal que afecta gran parte del territorio nacional puede tener repercusiones inmediatas y de mediano y largo plazo en el panorama de la salud vegetal por diferentes situaciones.
Una de ellas es la dispersión y diseminación de agentes causantes de enfermedades. Debido a los altos niveles, frecuencia e intensidades de las lluvias, así como a la elevada humedad ambiental, los patógenos del suelo (microorganismos capaces de producir enfermedades infecciosas) encuentran condiciones de saturación que favorecen su reproducción y dispersión desde focos o plantas afectadas, a la que no lo están.
Esta situación puede suceder en cortos períodos de tiempo por el movimiento del agua en el suelo y la escorrentía, lo que incrementa su incidencia en los cultivos.
De otro lado, se puede dar una rápida multiplicación de hongos y bacterias fácilmente dispersables por el viento o por salpicaduras de lluvia, favorecidos por la alta humedad ambiental.
De manera complementaria, otra condición que se puede presentar es la mayor vulnerabilidad de la planta al ataque de los mencionados patógenos debido a que la lluvia excesiva contribuye a que se limite la circulación de oxígeno en el suelo, hecho que afecta las raíces de la planta.
Recomendaciones a seguir
Frente a estos y otros fenómenos generados por la ola invernal, el investigador dijo que lo primero y más urgente por hacer es intensificar el seguimiento y vigilancia de los cultivos para adoptar medidas como las siguientes:
- Incrementar la frecuencia de observación de las plantas, pues esto aumenta las probabilidades de detectar focos infecciosos en sus primeros estadios y tratarlos oportunamente a menor costo y con mayor eficacia.
- Concentrar las acciones de monitoreo en la presencia de patógenos del suelo, de las hojas y de bacterias que se multiplican y diseminan rápidamente y adquieren gran potencial epidémico. Hay que tener en cuenta que bajo las condiciones de clima invernal que estamos viviendo, estos microorganismos se tornan explosivos en su velocidad de expansión y por tanto pueden causar gran daño en tiempo corto.
- Hacer más frecuentes y rigurosas las inspecciones de los lotes de producción de semillas para lograr la oportuna detección de focos de plantas afectadas y tomar las medidas necesarias establecidas por la autoridad sanitaria.
- Verificar la efectividad de los controles aplicados. Por causa de las frecuentes e intensas lluvias, los productos aplicados a los cultivos se pueden “lavar” rápidamente con lo que pierden gran parte de la efectividad biológica esperada. A su vez, la pérdida de eficacia biológica genera la necesidad de aumentar la frecuencia de aplicaciones. Por tanto, es recomendable que, de acuerdo con las especificaciones técnicas de los productos biológicos o químicos a usar, se utilicen aditivos como adherentes y dispersantes que mejoren la estabilidad y persistencia de estas sustancias en el tejido vegetal.
Labores culturales
El Investigador Osorio Cardona hizo énfasis, además, en que la prevención es la clave y, por tanto recomendó llevar a cabo las siguientes labores culturales de manera oportuna:
- Remover las fuentes de infección. La detección oportuna de focos de enfermedades permite una rápida erradicación de la fuente del inóculo por medios químicos, físicos o mecánicos. Este tipo de prácticas es muy recomendable por su menor costo ambiental y alta eficacia.
- Emplear semillas de máxima calidad sanitaria. Explicó que bajo condiciones de saturación de humedad y temperaturas del suelo relativamente bajas, la germinación de la semilla y la emergencia de plántulas tiende a ser más lenta y, por lo tanto, estarán expuestas por más tiempo al riesgo de infecciones por patógenos del suelo. Por tanto es conveniente usar sólo semillas de alta calidad sanitaria y tratada con productos que las protejan durante la germinación y primeros estados de desarrollo de las plántulas.
- Recurrir a técnicas de manejo del suelo que faciliten y optimicen su drenaje interno y superficial y, cuando sea posible, a métodos de siembra que reduzcan el riesgo de encharcamientos (caballones, montículos, etc.), pues estas opciones, en su conjunto, pueden mejorar las condiciones físicas en el sitio para el desarrollo de las raíces, elevando así las posibilidades de escape a las infecciones.