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Mujeres campesinas, líderes ambientales, estudiantes, docentes e investigadores se han apropiado de la salud del corredor de conservación Chingaza-Sumapaz-Guerrero-páramo de Guacheneque-Cerros orientales de Bogotá, para diseñar proyectos productivos, de reforestación y de monitoreo. Conservación Internacional (CI) celebró con las comunidades y con los demás defensores del páramo, 20 años de actividades a favor de la seguridad hídrica.

BOGOTÁ D.C.- Orgullosas de ser campesinas y empoderadas en su misión de contribuir a la conservación de los lugares que habitan y que forman parte del corredor de conservación de páramos que se encuentran en jurisdicción de los departamentos de Cundinamarca, Boyacá y Meta, mujeres como Doris Ramos, de la Asociación de Mujeres Emprendedoras de Guatavita (AMEG); Juana Isabel Rodríguez, de la asociación Abuelos de la Montaña, de Sesquilé, y Omaira Useche, de la zona rural de la localidad de Chapinero, contaron sus experiencias desde que se vincularon al programa de conservación que nació de un convenio entre la Empresa de Acueducto y Alcantarillado de Bogotá y la ONG ambiental Conservación Internacional y que este miércoles 22 de mayo, cuando se conmemoraba el Día Internacional de la Biodiversidad, celebró su aniversario 20.

Paisaje de páramo

En la celebración, que tuvo lugar en el Salón Gobernadores, de la gobernación de Cundinamarca, estas mujeres relataron sus historias de vida, pero también se refirieron a la fructífera labor que han cumplido para resguardar el agua, el suelo y los bosques de este importante corredor de conservación.

En su intervención, Doris habló de tejer páramos para la vida, de su sueño de no ver correr ganado por estas tierras, sino osos. Describió a Guatavita como la estrella fluvial del norte de Cundinamarca. “Allí nace el agua que alimenta a las represas del Sisga y Tominé”, destacó.

Juanita, por su parte, se refirió al proyecto de adaptación al cambio climático en la alta montaña, con el cual se benefician alrededor de 60 familias. Su propiedad fue elegida como finca piloto. Por eso hasta allá llegan estudiantes, organizaciones ambientales y comunidades que quieren replicar este trabajo que les ha permitido sembrar especies nativas, producir abonos orgánicos y huertas caseras, como una apuesta de soberanía alimentaria.

Omaira, una mujer nacida en Otanche, pero criada en el páramo, por su parte, contó su experiencia con las huertas urbanas que empezó a sembrar en un guacal y que pese a que el primer cultivo sucumbió ante una granizada no la desanimó. Ella siguió con esta iniciativa y logró vincular a jóvenes que encontraron en esta actividad la mejor alternativa para su tiempo libre.

También narró su experiencia Luz Nidya Novoa, quien habló de las cosechas de fríjoles en los municipios de San Juanito y el Calvario, en el Meta, donde se ingeniaron la manera de sembrar especies alternativas para obtener los tutores que se usan en estos cultivos y así frenar la tala de árboles nativos en la montaña para este fin.

Desde Alemania, Fernanda Castillo, bióloga de la región, de origen campesino, y quien en la actualidad cursa un doctorado en biología, se comunicó con el auditorio para hablar de la investigación que está desarrollando en torno al comportamiento del páramo cuando se deja recuperar de manera natural.

Otra de las mujeres que se hizo presente en la celebración fue la artista y fotógrafa, Claudia Ruiz, quien habló de todo lo que se puede comunicar con las fotografías que ella capta de los bellos paisajes que ofrece esta región, pero también de los rostros felices de las comunidades que lo habitan, cuando se encuentran alrededor de ese objetivo común de cuidar su tierra, la tierra de todos. Destacó de su trabajo, la alta sensibilidad que despiertan las fotos, las distintas maneras de leer una imagen; se trata de una actividad sin distingo de clase que despierta todo el interés de la comunidad por retratar sus plantas, sus fuentes de agua, las aves, su familia. Al tiempo que hablaba, ella fue desplegando una colección de fotografías con la comunidad, de niños extasiados con una cámara fotográfica y de encuentros alrededor de una tarde de "cacería" de imágenes.

La iniciativa del Corredor de Conservación Chingaza - Sumapaz - Guerrero - Guacheneque - Cerros Orientales, nace en el 2007 en el marco de un plan estratégico entre la Empresa de Acueducto y Alcantarillado de Bogotá – EAAB y Conservación Internacional Colombia – CI para avanzar en el diseño de una estrategia de ordenamiento territorial y ambiental entre los Parques Nacionales Naturales Chingaza y Sumapaz, la Reserva Forestal Bosque Oriental de Bogotá y la zona conocida como Páramo de Guerrero, con el propósito de conservar la biodiversidad existente en la zona y garantizar hacia el futuro la sostenibilidad de las cuencas hidrográficas (Bogotá, Sumapaz, Guavio, Guatiquía y Guayuriba) de las cuales depende el abastecimiento de agua para consumo humano de la población ubicada en Bogotá y 22 municipios aledaños.

En ese año, se definió un polígono de 606.000 hectáreas, que incluía 20 municipios de los departamentos de Cundinamarca y Meta, sobre el cual se desarrollaría la investigación científica y gestión social teniendo como referente narrativo válido los páramos y la oferta de Bienes y Servicios Ambientales - BSA.

En 2010, se elabora una base cartográfica que permite establecer el estado de diferentes ecosistemas de la montaña andina en esta zona del país y se comienza el estudio y comprensión de los relacionamientos sociales y económicos con dichos ecosistemas; la incorporación de varios resultados de investigación a las nacientes políticas ambientales del ámbito nacional, regional y distrital; la importancia de las sinergias y el trabajo colaborativo entre actores sociales públicos, privados y comunitarios.

Según recuerda CI, en su línea de tiempo, este ejercicio permitió establecer contactos con entes públicos nacionales responsables de los temas ambientales, las administraciones municipales, comunidades urbanas y rurales organizadas, ONG, autoridades ambientales regionales, gremios económicos y ciudadanía en general.

A lo largo de los 20 años desde su creación, el proyecto del corredor de conservación ha desarrollado diversas estrategias tendientes a conservar los recursos naturales de este territorio. "El trabajo de indagación documental en torno al Corredor de Conservación muestra que son muchos los actores sociales que realizan actividades de tipo ambiental y ecológico en el territorio; también de grupos académicos y organizaciones de la sociedad civil que canalizan recursos a través de programas y proyectos que, de alguna manera, suman al objetivo último de la iniciativa ambiental", menciona la línea de tiempo.

Sin embargo, para los protagonistas de este esfuerzo, “se percibe desconocimiento de muchos de esos procesos, que invitan a la reflexión sobre la conectividad humana actualmente, el establecimiento de sinergias y la creación de vínculos de solidaridad y cooperación en torno a los ecosistemas vitales planetarios".

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