La planta de procesamiento de esta fruta exótica de la Amazonia tendrá la capacidad de procesar aproximadamente 300 toneladas por cosecha. A este emprendimiento se han vinculado 175 familias campesinas del Guaviare.
SAN JOSÉ DEL GUAVIARE.- El Asaí, fruto de esa palma solitaria que crece cerca a las riveras de los ríos y en zonas inundables, apetecido en el mercado internacional por sus propiedades nutritivas y antioxidantes, y, por ser rico en calcio, vitaminas, hierro, zinc, magnesio, fibra, ácido oleico, una grasa saludable tipo Omega – 9, entre otros nutrientes, será procesada en una planta que será inaugurada en el próximo mes de septiembre en la capital del departamento del Guaviare.
El asaí lo produce una palma amazónica que los deforestadores tumban y queman para apropiarse de la tierra o para emprender actividades productivas insostenibles como la ganadería extensiva, cultivos de uso ilícito o minería ilegal.
Por esta razon, Visión Amazonia adelanta diferentes estrategias para detener la deforestación, una de ellas es impulsar asociaciones de productores campesinos que hacen aprovechamiento de productos no maderables del bosque como el Asaí. Así nació Asoprocegua, una organización que hoy es líder en la región y en el país gracias al aprovechamiento sostenible de productos no maderables. De los 234 asociados de esta organización, 23 son mujeres cabeza de hogar, 37 son familias que han retornado después de la época de desplazamiento.
Los asociados de Asoprocegua son agricultores comprometidos con la conservación del bosque a través no solo del aprovechamiento sostenible sino de la firma de acuerdos de conservación por 7.075 hectáreas con Visión Amazonía, programa del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible, que según Yezid Beltrán, líder del Pilar de Desarrollo Agroambiental, invertirá $3.135 millones durante la ejecución del proyecto.
Flaviano Mahecha, su representante legal, es un campesino que ha entendido que mantener el bosque es más rentable que tumbarlo. "Quemar el bosque es quemar la plata, es quemar nuestra comida", dijo algún día hablando sobre las quemas y hoy es recordada y mentada por todos los que protegen los recursos naturales de la Amazonia colombiana.
Asoprocegua es acompaña por enntidades como la CDA, el Instituto Amazónico de investigaciones Científicas Sinchi, el Sena, las gobernaciones y alcaldías del departamento de Guaviare, que han apoyado el apalancamiento de recursos para aprender sobre la selva, conocer sus dinámicas y poder hacer un aprovechamiento sostenible.
El pilar de Desarrollo Agroambiental de Visión Amazonía acompaña a 16 organizaciones que están enfocadas en la reconversión ganadera (no fomento ganadero), sistemas agroforestales con caucho y cacao y una apuesta a los productos no maderables del bosque donde han sido más fuertes las palmas de asaí, moriche o canangucha, seje y el camu- camu. Los productos no maderables del bosque son todos aquellos que hacen parte de esa oferta de la selva, donde el bosque permanece en pie.
Jaime Barrera, investigador del Instituto Sinchi comenta al respecto que "con recursos de distintos proyectos se hizo un inventario de todas las especies que se encuentran por hectárea de bosque, diferentes a la madera y se adelantaron estudios que permitieron cuantificar entre 66 y 86 palmas de asaí por hectárea, el número de racimos por palma, la cantidad de frutos de cada racimo, cómo es cada cosecha, cuánto se demora en dar frutos, cuál es el punto adecuado de recolección y se identificaron los factores ambientales que podrían afectarla.
Cuenta don Flaviano, que de la mano del Instituto Sinchi recibieron toda la transferencia de tecnología y que así han aprendido sobre el cultivo y el aprovechamiento del asaí, se establecieron las tasas de cosecha más adecuada para garantizar la palma en el medio ambiente y una buena productividad para los campesinos. Toda esa información ha sido acopiada en publicaciones oficiales, que reposa en la página web del Instituto Sinchi y es de libre acceso al público digital.
Según un estudio publicado por investigadores del Instituto de Ciencias Naturales de la Universidad Nacional, el asaí es una importante fuente de alimento para los habitantes amazónicos; sus frutos tienen un alto contenido de carbohidratos y ácidos grasos monosaturados que proporcionan energía y, además, contienen diez veces más antioxidantes fenólicos que la uva, el agraz y otros frutos con niveles elevados de antocianinas y carotenos.
Estas características nutricionales han hecho que en los últimos años el asaí haya pasado de ser un alimento silvestre de pobladores rurales a un “súper-alimento” de las grandes urbes del mundo.
La principal fuente del asaí que se consigue en el mercado global son las poblaciones naturales y cultivadas de E. oleracea del nordeste de la Amazonia brasileña (Homma, 2006); un aporte muy pequeño, y aún no cuantificado, viene de poblaciones naturales amazónicas de E. precatoria del norte y noroeste de Brasil (Wallace, 1999; Rocha, 2002; WWF, 2013). A pesar de que E. precatoria tiene poco impacto en el mercado internacional actual, es un recurso importante para satisfacer las necesidades de autoconsumo en la Amazonia, incluyendo la colombiana.
La oportunidad de aumentar el aprovechamiento de E. precatoria es viable, ya que es la especie arbórea más abundante en toda la Amazonia (ter Steege et al., 2013), donde forma bosques oligárquicos en las vastas planicies inundables. Sin embargo, en la actualidad el manejo de la especie en muchas áreas de Brasil, Bolivia y Colombia es mínimo y para la cosecha de frutos se talan los individuos fértiles.
No obstante, la práctica destructiva de cosecha tiene efectos negativos sobre las poblaciones, en especial cuando esta implica la muerte del individuo, lo que interrumpe los ritmos de crecimiento poblacional y limita la oferta del recurso cosechado. Este manejo destructivo se ha registrado en el sur de Trapecio Amazónico, pero se desconocen los efectos y el alcance que ha tenido en las poblaciones cosechadas.
Leticia es el mercado en el que se venden los mayores volúmenes de frutos de E. precatoria en Colombia, según los investigadores del ICN.