Sembrar árboles junto al cordón umbilical de los recién nacidos, una de las tradiciones más antiguas de los raizales, será retomada en la isla para reforestarla.
SAN ANDRÉS, Isla.- Un programa de reforestación que tiene como meta la siembra de 3.000 árboles, especialment frutales, puso en marcha la gobernación de San Andrés y la Corporación para el Desarrollo Sostenible del Archipiélago, Coralina.
La iniciativa consiste en la siembra de árboles frutales, junto al cordón umbilical de los recién nacidos en las islas y que implica una inversión de 180 millones de pesos por parte de la administración Departamental.
La iniciativa recupera una de las tradiciones más ancestrales de San Andrés, Providencia y Santa Catalina, que consiste en sembrar semillas de árboles junto a los cordones umbilicales de los recién nacidos para fortalecer el vínculo entre las personas y la vegetación.
“Así como el árbol se alimenta de la tierra, el árbol alimenta a los hombres”, recuerda Roberto Hudson, subdirector de gestión ambiental de Coralina, al explicar este programa que busca sembrar 3 mil árboles mediante un convenio con la Gobernación de San Andrés.
El programa empieza durante los controles del embarazo, cuando las madres gestantes reciben la invitación para participar en el proyecto y firman un acuerdo. Coralina asesora la siembra del árbol junto al cordón umbilical ya tratado, y hace un acompañamiento durante los primeros cinco meses y una asesoría posterior, de una vez cada semestre.
El árbol se planta en el lugar escogido por la familia: el patio de su casa, el jardín o un lote público que pertenecen a la Gobernación, alternativa preferida por quienes no tienen casa propia. Cuando el niño ya tiene cinco años recibe la noticia de que el árbol fue sembrado junto a su cordón umbilical y asume el cuidado y riego del frutal.
La iniciativa, además de promover la recuperación forestal, busca ser un apoyo a la seguridad alimentaria, haciendo énfasis en la siembra de frutales como níspero, guanábana, tamarindo, hobo; también cítricos, fundamentales en la cultura alimentaria de San Andrés, tales como el bitter and sweet, una especie de naranja tradicional isleña, naranjos, limones, caimitos, mamoncillos y caña fístula.
El programa busca que en lugares reducidos se genere un espacio productivo para las familias. Las especies frutales consideradas en el plan dan cosecha en menos de cinco años después de ser plantadas. El coco, por ejemplo, da frutos seis meses después de la siembra, el mango lo hace tres o cinco años después de entrar en la tierra.
La iniciativa además tiene como objetivo aumentar los niveles de áreas con sombra y la creación de microclimas favorables a la lucha contra el calentamiento global.
El director de Coralina, Durce Stephens, quien concibió la idea, recuerda que los frutales y la seguridad alimentaria siempre han tenido un vínculo fuerte para los isleños. Las frutas como el coco complementaban el almuerzo o las onces de los niños. El agua de coco le quitaba la sed que viene con los juegos de la infancia. Estas costumbres pretenden recuperarse con esta iniciativa, que además mejora la dieta de los beneficiarios.
Según Stephens, este programa busca ser más eficaz que otros implementados en el pasado, como el pago por servicios ambientales y la reforestación lineal con la siembra de cercas vivas.
Stephens prevé que todo niño sanandresano nacido a partir de 2017 tenga a su cuidado un árbol. Es decir que en 10 años la isla tendrá 10.000 árboles nuevos. El programa, a futuro, se extenderá a especies maderables, también tradicionales en el ecosistema de San Andrés islas.