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Revista Ecoguía. Noticias Ambientales y Ecológicas

Un ecodestino paradisíaco en el Litoral Pacífico, una microempresa que recicla con ayuda del vecindario, una fábrica de ladrillos que ha logrado reducir las emisiones de CO2 y un modelo de explotación aurífera muy natural, fueron parte de los proyectos que sorprendieron al grupo de visitantes que en una semana recorrió parte del país que construye alternativas ambientales, al tiempo que mejora la calidad de vida de centenares de colombianos. Ellos, en una apretada agenda de siete días, fueron invitados por el Fondo para la Acción Ambiental y la Niñez, a conocer proyectos comunitarios que ha impulsado esta organización en diferentes zonas del país. Por eso estuvieron en Santander, en Bogotá, en Antioquia, en Chocó y en el Guaviare.

El grupo estaba integrado por empresarios, funcionarios del gobierno, líderes de ONG y microempresarios. Ellos fueron los elegidos para una de las Rutas de Aprendizaje en Mercados Verdes que se realiza en Colombia. Se trata de un modelo de intercambio de experiencias probado con éxito en otros países de Latinoamérica, Asia y África, por la Fundación Procasur, con sede en Chile, con la cual se llegó a una alianza estratégica para trabajar conjuntamente en Colombia.

Los “ruteros” fueron concentrados inicialmente en Bogotá, donde fueron expuestos cuatro proyectos que no serían visitados directamente. Ya el lunes 18 de mayo, muy a las cinco de la mañana emprendieron lo que para algunos de ellos representaba un verdadero desafío. Lugares desconocidos, zonas apartadas, jornadas de evaluación y análisis de cada uno de los modelos empresariales visitados. Todo con el fin de encontrar caminos de intercambio comercial, aprendizaje en términos de pequeños modelos de producción limpia, fortalecimiento empresarial, en fin, beneficios mutuos en materia de recursos administrativos, técnicos y económicos.

La primera visita fue al Guaviare, tal como consta en la bitácora que construyó para ECOGUÍA, Claudia María Correa, directora técnica del FAA. La agenda incluía un rápido recorrido por algunas de las fincas donde los campesinos han encontrado en el cultivo de frutas exóticas “arazá, cocona, ñambo- el mejor motivo para olvidarse de la hoja de coca. Gracias al apoyo institucional, ellos crearon su propia empresa “Tulasi- con la cual avanzan en la producción de mermeladas y condimentos que hoy son comercializados en algunos hipermercados del país y que ya tiene una línea de mercado internacional. Eso para ellos es motivo de gran satisfacción: ver la marca de sus productos en la estantería de los almacenes de cadena. Qué orgullo. Y si bien es cierto que, tal como lo advirtió María Isabel Pardo, directora de productos orgánicos del Ingenio Providencia, todavía les falta en materia de tecnificación de los procesos -para garantizar una oferta estable todo el año- y ampliar sus cadenas de comercialización, ya la iniciativa tiene un valor significativo, en una región donde antes prácticamente toda la economía regional giraba alrededor de los cultivos ilícitos.

Del Guaviare volaron a Bucaramanga. Allí los esperaba un entusiasta grupo de recicladores, todos uniformados de verde, quienes con sus buenas prácticas de trabajo, lograron involucrar a su microempresa -Coopreser- las familias del barrio donde operan, para que les separen la basura y se la entreguen en bolsas debidamente seleccionadas cuando ellos hacen sus visitas puerta a puerta para la recolección. “Ellos no tienen necesidad de hurgar las bolsas para buscar la basura”, recuerda Claudia María. Y fue precisamente este modelo de organización lo que llevó a Maria Isabel Correa, a transmitir la experiencia en su compañía buscando darles una nueva alternativa de ingresos a las personas que trabajan en el área de Aseo, en su compañía.

En San Vicente de Chucurí, se encontraron con 300 familias que cultivan café al tiempo que protegen los recursos naturales de su entorno. La ruta incluía la visita a dos fincas para conocer de primera mano cómo operan los beneficiaderos con ahorros considerables de agua y con procesos limpios de producción.

Al departamento de Antioquia llegaron para visitar dos ladrilleras que cambiaron el horno tradicional de colmena por el horno túnel, con el fin de minimizar la emisión de CO2 en su proceso de producción.

Más adelante, en el Chocó, el proyecto Oro Verde cautivó a ruteros como Alexander von Loebell, de la empresa comercializadora de productos orgánicos, Bioplaza, y Ricardo Pineda, consultor de Compartamos con Colombia. L-es llamó la atención su sistema de explotación natural, sin productos químicos que alteren el ambiente natural. Su oro ya comercializa en países europeos.

La ruta siguió hacia Nuquí, paraíso natural. Un sitio mágico, para María Claudia. Ecodestino que les regaló una danza de delfines mientras navegaban por el Pacífico y una exquisita oferta gastronómica nativa, cuenta con los más exóticos parajes: Joví, Coquí y Termales, un spa natural entre la selva y el mar.

Muy seguramente, compañías como Biocomercio, Bioplaza, Empresa de Energía Eléctrica de Bogotá, Alpina e Ingenio Providencia, que estuvieron como “ruteros”, no se imaginaron nunca explorar mercados tan lejanos y tan pequeños, pero tan significativos.

Anfitriones, preparados (PARA RECUADRO)

A los empresarios escogidos para ser visitados, más conocidos en esta experiencia como “anfitriones”, se les dio una inducción previa para atender a los “ruteros”. Así, por ejemplo, en jurisdicción del Chocó, los ruteros fueron atendidos por la Corporación Oro Verde, organización encargada de mostrarles como las comunidades negras extraen el oro del río mediante métodos artesanales, reduciendo los impactos ambientales y luego comercializando en nichos de mercados verdes. Como alternativa a la extracción de oro la Corporación también diseñó y sembró bosques análogos en un área total de 48 hectáreas, que contribuyen a la conservación de ecosistemas forestales y los ingresos de las familias beneficiarios del proyecto.

Los ruteros son potenciales compradores. Son, además, funcionarios del Gobierno que analizan los proyectos, los evalúan y sugieren cambios en caso de que lo consideren necesario.

De rutas de aprendizaje como éstas los anfitriones quedan con una valiosa experiencia. Adicionalmente amplían su escenario de negocios más allá incluso de los mercados nacionales, toda vez que las experiencias visitadas son sistematizadas y presentadas a nivel internacional

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