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Revista Ecoguía. Noticias Ambientales y Ecológicas

En medio de la consternación mundial por la muerte del Papa Francisco, los ambientalistas retoman el contundente mensaje del máximo jerarca de la Iglesia Católica a través de su encíclica Laudato Si, dedicada a crear conciencia sobre la urgencia de cuidar la tierra, "nuestra casa común".Revista ECOGUÍA, recuerda algunos apartes de este documento de 185 páginas en los que hace alusión directa a la grave salud del planeta.

"El desafío urgente de proteger nuestra casa común incluye la preocupación de unir a toda la familia humana en la búsqueda de un desarrollo sostenible e integral". Así lo aseguró el Papa Francisco en su encíclica Laudato Si, en la cual invitacó con urgencia a un nuevo diálogo "sobre el modo como estamos construyendo el futuro del planeta". Para el máximo jerarca de la Iglesia Católica, "necesitamos una conversación que nos una a todos, porque el desafío ambiental que vivimos, y sus raíces humanas, nos impactan a todos".

En su opinión, el cambio climático es un problema global con graves dimensiones ambientales, sociales, económicas, distributivas y políticas, y plantea uno de los principales desafíos actuales para la humanidad. Los peores impactos probablemente recaerán en las próximas décadas sobre los países en desarrollo, anota en su Encíclica: "Muchos pobres viven en lugares particularmente afectados por fenómenos relacionados con el calentamiento, y sus medios de subsistencia dependen fuertemente de las reservas naturales y de los servicios ecosistémicos, como la agricultura, la pesca y los recursos forestales. No tienen otras actividades financieras ni otros recursos que les permitan adaptarse a los impactos climáticos o hacer frente a situaciones catastróficas, y poseen poco acceso a servicios sociales y a protección".

Recorba que, por ejemplo, los cambios del clima originan migraciones de animales y vegetales que no siempre pueden adaptarse, y esto a su vez afecta los recursos productivos de los más pobres, quienes también se ven obligados a migrar con gran incertidumbre por el futuro de sus vidas y de sus hijos. "Es trágico el aumento de los migrantes huyendo de la miseria empeorada por la degradación ambiental, que no son reconocidos como refugiados en las convenciones internacionales y llevan el peso de sus vidas abandonadas sin protección normativa alguna". Y lamentaba la indiferencia indiferencia general ante estas tragedias, que suceden en distintas partes del mundo.

Así mismo, cuentionó que muchos de aquellos que tienen más recursos y poder económico o político parecen concentrarse sobre todo en enmascarar los problemas o en ocultar los síntomas, tratando solo de reducir algunos impactos negativos del cambio climático. Pero, en su concepto, "muchos síntomas indican que esos efectos podrán ser cada vez peores si continuamos con los actuales modelos de producción y de consumo, por lo cual se ha vuelto urgente e imperioso el desarrollo de políticas para que en los próximos años la emisión de dióxido de carbono y de otros gases altamente contaminantes sea reducida drásticamente, por ejemplo, reemplazando la utilización de combustibles fósiles y desarrollando fuentes de energía renovable".

Y aunque reconocía que el movimiento ecológico mundial ya había recorrido un largo y rico camino, y habia generado numerosas agrupaciones ciudadanas que ayudaron a la concientización, lamentaba que "muchos esfuerzos para buscar soluciones concretas a la crisis ambiental suelen ser frustrados no solo por el rechazo de los poderosos, sino también por la falta de interés de los demás". En ese sentido, se refería a las actitudes que obstruyen los caminos de solución, aun entre los creyentes, que van de la negación del problema a la indiferencia, la resignación cómoda o la confianza ciega en las soluciones técnicas. "Necesitamos una solidaridad universal nueva...Todos podemos colaborar como instrumentos de Dios para el cuidado de la creación, cada uno desde su cultura, su experiencia, sus iniciativas y sus capacidades, sentenció el Papa en Laudato Si.

En su Encíclica, el Papa Francisco recordaba, entre las diversas formas de contaminación que afectan cotidianamente a las personas, la exposición a los contaminantes atmosféricos, lo cual produce un amplio espectro de efectos sobre la salud, especialmente de los más pobres, provocando millones de muertes prematuras. "Se enferman, por ejemplo, a causa de la inhalación de elevados niveles de humo que procede de los combustibles que utilizan para cocinar o para calentarse. A ello se suma la contaminación que afecta a todos, debida al transporte, al humo de la industria, a los depósitos de sustancias que contribuyen a la acidificación del suelo y del agua, a los fertilizantes, insecticidas, fungicidas, controladores de malezas y agrotóxicos en general". Al respecto, advertía que la tecnología, ligada a las finanzas, "pretende ser la única solución de los problemas, pero de hecho suele ser incapaz de ver el misterio de las múltiples relaciones que existen entre las cosas, y por eso a veces resuelve un problema creando otros".

El Sumo Pontífice también se refería a la contaminación producida por los residuos, incluyendo los desechos peligrosos presentes en distintos ambientes y detallaba como se producen cientos de millones de toneladas de residuos por año, muchos de ellos no biodegradables: residuos domiciliarios y comerciales, de demolición, clínicos, electrónicos e industriales, residuos altamente tóxicos y radioactivos. "La tierra, nuestra casa, parece convertirse cada vez más en un inmenso depósito de porquería". En ese sentido, advertía que tanto los residuos industriales como los productos químicos utilizados en las ciudades y en el agro pueden producir un efecto de bioacumulación en los organismos de los pobladores de zonas cercanas, que ocurre aun cuando el nivel de presencia de un elemento tóxico en un lugar sea bajo. Y agregaba que "estos problemas están íntimamente ligados a la cultura del descarte, que afecta tanto a los seres humanos excluidos como a las cosas que rápidamente se convierten en basura".

En su detallado análisis, el Papa comentaba que, a su vez, el calentamiento tiene efectos sobre el ciclo del carbono. "Crea un círculo vicioso que agrava aún más la situación, y que afectará la disponibilidad de recursos imprescindibles como el agua potable, la energía y la producción agrícola de las zonas más cálidas, y provocará la extinción de parte de la biodiversidad del planeta".

Mencionaba, igualmente, que el derretimiento de los hielos polares y de planicies de altura amenaza con una liberación de alto riesgo de gas metano, y la descomposición de la materia orgánica congelada, lo cual podría acentuar todavía más la emanación de dióxido de carbono. Adicionalmente, destacaba con preocupación que la pérdida de selvas tropicales empeora las cosas, ya que ayudan a mitigar el cambio climático. La contaminación que produce el dióxido de carbono aumenta la acidez de los océanos y compromete la cadena alimentaria marina.

"Si la actual tendencia continúa, este siglo podría ser testigo de cambios climáticos inauditos y de una destrucción sin precedentes de los ecosistemas, con graves consecuencias para todos nosotros", sentenció el Papa en Laudato Si. A manera de ejemplo, precisaba que el crecimiento del nivel del mar puede crear situaciones de extrema gravedad si se tiene en cuenta que la cuarta parte de la población mundial vive junto al mar o muy cerca de él, y la mayor parte de las megaciudades están situadas en zonas costeras.

La provisión de agua permaneció relativamente constante durante mucho tiempo, pero ahora en muchos lugares la demanda supera a la oferta sostenible, con graves consecuencias a corto y largo término. Grandes ciudades que dependen de un importante nivel de almacenamiento de agua, sufren períodos de disminución del recurso, que en los momentos críticos no se administra siempre con una adecuada gobernanza y con imparcialidad. La pobreza del agua social se da especialmente en África, donde grandes sectores de la población no acceden al agua potable segura, o padecen sequías que dificultan la producción de alimentos. En algunos países hay regiones con abundante agua y al mismo tiempo otras que padecen grave escasez.

Refiriéndose a la escasez del agua, consideraba que este fenómeno provocará el aumento del costo de los alimentos y de distintos productos que dependen de su uso. "Los impactos ambientales podrían afectar a miles de millones de personas, pero es previsible que el control del agua por parte de grandes empresas mundiales se convierta en una de las principales fuentes de conflictos de este siglo", presagió. Y agregaba que mientras se deteriora constantemente la calidad del agua disponible, en algunos lugares avanza la tendencia a privatizar este recurso, convertido en mercancía que se regula por las leyes del mercado. El acceso al agua potable y segura es un derecho humano básico, fundamental y universal, porque determina la sobrevivencia de las personas, y por lo tanto es condición para el ejercicio de los demás derechos humanos, enfatizó el Papa en su encíclica.

Laudato Sí también alude a la pérdida de selvas y bosques lo que además implica la pérdida de especies que podrían significar en el futuro recursos sumamente importantes, no sólo para la alimentación, sino también para la curación de enfermedades y para múltiples servicios. "Las diversas especies contienen genes que pueden ser recursos claves para resolver en el futuro alguna necesidad humana o para regular algún problema ambiental", reza la Carta..

Sobre los mares tropicales y subtropicales, se dolía de que muchas de las barreras de coral, que equivalen a las grandes selvas de la tierra, porque hospedan aproximadamente un millón de especies, incluyendo peces, cangrejos, moluscos, esponjas, algas, etc, hoy ya son estériles o están en un continuo estado de declinación: «¿Quién ha convertido el maravilloso mundo marino en cementerios subacuáticos despojados de vida y de color?, se preguntaba. Este fenómeno se debe en gran parte a la contaminación que llega al mar como resultado de la deforestación, de los monocultivos agrícolas, de los vertidos industriales y de métodos destructivos de pesca, especialmente los que utilizan cianuro y dinamita. Se agrava por el aumento de la temperatura de los océanos.

De manera contundente el Papa dejó en Laudato Si, esta reflexión: "La esperanza nos invita a reconocer que siempre hay una salida, que siempre podemos reorientar el rumbo, que siempre podemos hacer algo para resolver los problemas. Sin embargo, parecen advertirse síntomas de un punto de quiebre, a causa de la gran velocidad de los cambios y de la degradación, que se manifiestan tanto en catástrofes naturales regionales como en crisis sociales o incluso financieras, dado que los problemas del mundo no pueden analizarse ni explicarse de forma aislada. Hay regiones que ya están especialmente en riesgo y, más allá de cualquier predicción catastrófica, lo cierto es que el actual sistema mundial es insostenible desde diversos puntos de vista..."

 

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