Defender lo que queda de condición natural en la Sabana Bogotá es una necesidad vital, pero es necesario actualizar la información que existe e insistir en la importancia de la reserva Thomas van der Hammen, para detener el desaforado proceso de conurbación. Es conveniente pensar en soluciones creativas, por ejemplo, vías elevada, e insistir en un NO rotundo a la urbanización en los cerros orientales. Es apropiado revisar y ajustar los documentos técnicos y discutirlos bajo la óptica académica. Por: J. Orlando Rangel-Ch. (*) Especial para Revista ECOGUÍA
La consideración bajo la cual la saliente ministra de ambiente, Susana Muhamad, promovió el borrador de la resolución por medio de la cual se establecen los lineamientos para el ordenamiento ambiental de la Sabana de Bogotá se fundamenta en la ley 99 de 1993 articulo 61, “Ley que declaró la Sabana de Bogotá, sus páramos, aguas, valles aledaños, cerros circundantes y sistemas montañosos como de interés ecológico nacional, cuya destinación prioritaria será la agrícola y forestal”. Sin ser especialista en temas jurídicos, considero válida y legal la promulgación de un documento por medio del cual se quiera implementar el alcance de una ley, cuyo contenido se aprobó hace muchos años, pero hasta hoy prácticamente casi nada se ha implementado.
Como se recuerda, en la década de los 90 se implementaron los planes y esquemas de ordenamiento territorial de los municipios de Colombia. En el caso de los entes incluidos en la Sabana de Bogotá, se pretendió lograr un acercamiento entre la manera en que se habían adelantado los procesos históricos de poblamiento y desarrollo en su territorio y la situación futura, bajo la perspectiva de un ordenamiento donde el componente ambiental y de preservación de los remanentes originales de su biodiversidad, deberían jugar un papel importante.
Desafortunadamente, en varios municipios estos procedimientos tuvieron un sesgo hacia los componentes urbanístico-desarrollistas, quizá por la orientación de sus directivos (arquitectos, urbanistas), lo que preocupó a académicos y ambientalistas. Thomas van der Hammen generó un documento en favor de la conservación de estos remanentes originales (biodiversidad, sistemas ecológicos) y propuso e ilustró su esquema sobre la estructura ecológica principal. La CAR (Plan ambiental de la cuenca alta del río Bogotá, 1998) publicó la clásica contribución del profesor van der Hammen, en un libro muy bien editado en el cual se desarrolló su idea con base en los resultados de investigaciones científicas y una cartográfica sólida que consideró la geología, geomorfología, suelos, clima, dinámica hidráulica, vegetación y biodiversidad (Figura 1). Prácticamente esta propuesta debería acogerse en la guía fundamental para las acciones futuras; se hizo énfasis en atender la diferencia en el comportamiento climático entre las vertientes y escenarios oriental (húmedo) y occidental (seco) y la inevitable conectividad entre los sitios de recarga del acuífero (cerros orientales) y la salida a la cuenca del río Bogotá (drenaje).
La preocupación por la inminencia de la conurbación entre la capital y municipios como Tenjo, Cota y Chía, derivó en una propuesta en la cual acompañaron al profesor van der Hammen, conocedores del tema como Julio Carrizosa que contemplaba la declaratoria de un área de reserva o zona de protección del recurso hídrico, que conectara los cerros orientales (zona más húmeda y recarga del acuífero del lecho del antiguo lago) y la zona occidental; y a su vez actuara como única barrera natural para impedir la confusión total en el aspecto geográfico-ecológico del territorio. No obstante, la oposición del Alcalde de ese entonces, la propuesta se materializó en el ejercicio como Ministro de Ambiente de Juan Mayr. Años más tarde se cambió el nombre inicial por el de reserva Thomas van der Hammen. En el documento de esa época se contemplaron procedimientos que buscaban impulsar la restauración de áreas de la reserva, así como un plan de manejo que desafortunadamente quedó en los cajones de las administraciones distritales y de la CAR. En los últimos diez años se han presentado varios intentos por intervenir la reserva T. van der Hammen y se han promovido obras urbanísticas, cuya implementación indudablemente afectarán la dinámica hidráulica de la parte plana de la Sabana.
Cartografía desactualizada y sin soporte científico
Desde el punto de vista académico, la propuesta técnica se basó en versiones que se encargaron a dependencias y a contratistas, en las cuales no se tomó en cuenta el conocimiento científico generado con anterioridad (estructura ecológica principal), decisión que se evidencia en la parte cartográfica donde varias contribuciones son de muy baja calidad visual y académica (Figura 2). No se entienden fácilmente las construcciones cartográficas sobre el territorio de la Sabana, sobre la extensión de los humedales, sobre la cobertura vegetal y los ecosistemas de la Sabana en menoscabo de la muy buena información existente. Varios mapas simplemente son representaciones burdas con dos o tres señales y sin mención de localidades. Se compiló información, pero no se le analizó críticamente, lo cual se patentiza al comparar la cartografía que utilizaron y la existente en la estructura ecológica principal (Thomas Van der Hammen, CAR 1998). Se pudo utilizar esta información para ilustrar de manera académica los objetivos del borrador de resolución. Estos procederes crean una incertidumbre sobre la existencia de un marco científico robusto para la motivación del pronunciamiento.
Defender lo que queda de condición natural en la Sabana Bogotá es una necesidad vital, pero es necesario utilizar y, si es el caso, actualizar la información existente. Es inadmisible que el mapa de la vegetación natural de Colombia (con la región Andina, donde está localizada la Sabana de Bogotá) entregado al MADS en diciembre 2022, no se haya utilizado para conocer sobre los remanentes de vegetación natural y en cambio se elaboraron construcciones cartográficas primitivas, obsoletas.
Se procedió de manera similar al omitir la información científica sobre sobre los componentes básicos, territorio y biodiversidad. La disponibilidad de información actual e histórica (biofísica y social) debió utilizarse para ilustrar de manera convincente el proceso de transformación en los últimos 200 años. Se tendría así un punto de comparación para la evaluación rápida y consolidada del remanente de las condiciones físico-bióticas originales de la Sabana de Bogotá y la urgencia extrema de conservar la escasa originalidad remanente, por encima de cualquier otra pretensión.
De los trenes regionales, vías y la población migrante
Las obras de infraestructura que se obstaculizarían. Los trenes regionales, servicio de uso universal que colapsó por la negligencia gubernamental (regional y nacional)., es una de las obras de infraestructura que se obstaculizarían. Recuperar la funcionalidad del trazado existente debe ser objeto de discusión y atención, porque es un recurso ideal para reacomodar la población concentrada en Bogotá, acción similar a la que opera en el casco urbano y sus alrededores en la mayoría de las capitales del mundo.
En cuanto a la oferta de servicios, la capital no puede seguir concentrando la población migrante propia y de países vecinos. Ya se llegó al tope en cuanto a la oferta de servicios (agua, energía, movilidad). No hay disponibilidad permanente de agua potable para la población actual y aun menos para la futura con los incrementos exagerados de población actual ni potenciales para Bogotá. Las contingencias previstas como Chingaza II o la más ideal -ambientalmente- la recuperación de las partes altas de las cuencas de los páramos cercanos a Bogotá, fueron ignoradas por las últimas administraciones distritales. Es fundamental explorar la manera de impulsar acueductos municipales o regionales que disminuyan la dependencia del sistema -Bogotá-Capital. Es un ejercicio de planificación y de tratar de impulsar la acción sin sesgos políticos, sino simplemente pensando en la comunidad.
La protección de remanentes de los humedales es otro de los temas prioritarios. Conviene recordar que toda la parte plana de la Sabana fue el basin del gran lago Humboldt (Bogotá); hasta comienzos del siglo pasado había extensiones considerables de estos humedales (lagunas), por ejemplo, en sectores del Lago o en Timiza-Kennedy los cuales junto con los humedales actuales, son los remanentes de las antiguas expresiones del río Bogotá y sus afluentes que conviene preservar, sobre la base de un diagnóstico y una cartografía sólida generada con información científica. A este respecto, nuevamente hay que insistir en la importancia de la reserva Thomas van der Hammen, logro excepcional cuya creación ha logrado detener el desaforado intento de acelerar el proceso de conurbación. La reserva es el último bastión territorial que impide el fenómeno y además sirve de garante para la conexión hidráulica entre la zona de recarga del acuífero (cerros orientales) y la zona de drenaje al occidente. Es una decisión fundamental, archivar cualquier propuesta que vaya en contravía de la extensión y la función de la reserva.
Se esgrime, por parte de la Alcaldía Mayor, que la declaratoria propuesta por el MADS va a ser motivo de paralización de numerosas obras civiles, como las ampliaciones de la carrera séptima y de la autopista norte, lo cual no es cierto. Hemos insistido en que no se debe cometer el mismo error original, cuando se sesgó la conectividad entre los cerros orientales y la planicie y se aceleró la transformación de los alrededores de los humedales Torca y Guaymaral.
Ante esta cruda realidad, es conveniente pensar en soluciones creativas, por ejemplo, vías elevadas cuya construcción no profundice los impactos ambientales iniciales. Hay que insistir en un NO rotundo a la urbanización en los cerros orientales. Toda obra que implique asentamientos y aumento de la cantidad de cemento a verter especialmente en la planicie, hay que detenerla o mejor ignorarla. En la medida en que se le coloque más peso a la parte plana -al lecho de lo que fue el antiguo lago de Bogotá-, la subsidencia, la compactación, el hundimiento del terreno, aumentará y también se afectará el nivel freático y los lentes profundos de agua. La evidencia fósil fruto de investigaciones científicas ilustra estas consideraciones.
Y, definitivamente, tenemos que ser creativos en encontrar maneras apropiadas de planear los asentamientos humanos en la Sabana de Bogotá. La conocida estrategia muy utilizada en capitales de Europa y en algunas de Latinoamérica, las ciudades dormitorio puede traerse a discusión, pero para esto se necesitan servicios (movilidad, saludos, educación).
Es incomprensible que el MADS a través de una resolución haya modificado el ordenamiento político-administrativo de la Sabana de Bogotá y los territorios aledaños, ignorando la delimitación histórica, la orogenia andina, particularmente en los últimos 3 millones de años. Extender la consideración de la Sabana de Bogotá hasta el piedemonte llanero, raya en la insensatez.
En conclusión, no obstante la deficiente cartografía y la omisión de resultados de contribuciones científicas importantes, el alcance de la propuesta (borrador resolución del MADS) es bueno y conveniente, ya que trata de implementar aspiraciones de vieja data de los conservacionistas y de la sociedad, para quienes la preservación de los remanentes bióticos y físicos originales de la Sabana de Bogotá, es la acción más importante a adelantar, por encima de cualquier enfoque socioeconómico.
A manera de síntesis se recomiendan estrategias como: actuar con precaución y utilizar información actualizada, veraz y confiable. Es apropiado revisar, corregir y ajustar los documentos técnicos. Conviene analizar y discutir bajo la óptica académica y con argumentos científicos las situaciones que aduce la Alcaldía de Bogotá. En lo atinente a vivienda, conviene considerar nuevos patrones en la ocupación territorial de Bogotá y poblaciones cercana de la Sabana, como áreas del costado occidental (climáticamente seco), que serían aptas para ocupación, sobre la base de una oferta de mejoramiento en servicios (agua potable, movilidad).
Retomar el alcance de la planificación integral del territorio, con base en el conocimiento y las recomendaciones para que lo ambiental sea un punto de gravedad. En la Sabana de Bogotá, los últimos remanentes o vestigios de las condiciones naturales deben ser preservados de manera prioritaria.
Conviene congregar a conocedores (académicos, investigadores, representantes de entidades gubernamentales y no gubernamentales) con experiencia en los temas implicados en la situación global. Se debe cambiar la metodología de solicitar apoyo para “apagar el incendio” y luego ignorar las colaboraciones y recomendaciones de los expertos.
(*) Profesor Titular, Instituto de Ciencias Naturales, Universidad Nacional de Colombia, Investigador Emérito Colciencias