Los países latinoamericanos están divididos frente a la opción de despedir definitivamente la era de los fósiles o de reducir su explotación gradualmente. Presidente Petro asegura que "hay un enorme poder económico alrededor del petróleo, el carbón y el gas que no renuncian a sus posibilidades de más años de ganancias en el corto plazo". Informe especial de la Comunidad Planeta (*)
DUBÁI.- A septiembre último, la estatal Petróleo Brasileiro (Petrobras) trabajaba en la obtención de 9.571 millones de barriles de petróleo equivalente, según la Lista de Abandono Global de Petróleo y Gas elaborada por la organización no gubernamental alemana Urgewald. Ese volumen supone un exceso de 94% por encima del límite del Acuerdo de París de 2015 para mantener el calentamiento planetario por debajo de dos grados centígrados.
Ese desarrollo petrolero refleja también las contradicciones y avatares respecto a la salida del consumo de hidrocarburos, uno de los temas candentes de la 28 Conferencia de las Partes (COP28) de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC), que arrancó el 30 de noviembre en esta ciudad de Emiratos Árabes Unidos y que se extenderá hasta el 12 de diciembre.
Alexandre Prado, director de Economía Verde de la organización no gubernamental Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) en Brasil, cuestionó la persistencia de los países en su camino fósil. “Hay una carrera (por extraer hidrocarburos) en varios países de la región. Quisiéramos ver una decisión (en la COP) de abandono de los fósiles”, dijo a Comunidad Planeta.
En una nueva “subasta de fuego”, el abordaje de los fósiles puede marcar la historia de la COP28 y de sus ediciones futuras, tomando en cuenta que, por ejemplo, el Acuerdo de París no los menciona y la declaración final de la cumbre climática de Glasgow de 2021 solo alude a su disminución.
En los primeros tres días de negociación, aún se desconoce el futuro del lenguaje de la declaración de Dubái respecto al abandono progresivo de los hidrocarburos o solo su reducción.
La gran división
De pronto, el fantasma ya empieza a aparecer en las negociaciones. Un borrador sugiere el abandono de todos los fósiles, con un énfasis en el carbón. Mientras, la presidencia emiratí propuso el viernes 1º un texto que menciona la disminución de los fósiles. Pero un día antes, un colectivo de 106 naciones de África, el Caribe, las islas del Pacífico y la Unión Europea se posicionaron a favor de una salida completa.
En esa dirección, el presidente de Colombia, Gustavo Petro, anunció el sábado 2 que el país se suma a otras nueve naciones que promueven el inicio formal de la negociación del Tratado de No Proliferación de Combustibles Fósiles, la primera nación latinoamericana y el mayor productor petrolero y carbonífero en unirse cuya semilla surgió en 2015 cuando varios dirigentes de las islas del Pacífico y oenegés plantearon la urgencia de tener un mecanismo internacional para dejar los fósiles.
“No hay otra forma, el resto son ilusiones. Hay un enorme poder económico alrededor del petróleo, el carbón y el gas. Y actúan para prevenir los cambios, para mantener, de una forma suicida, sus posibilidades de más años de ganancias en el corto plazo”, dijo Petro durante un foro de alto nivel en el que anunció su incorporación.
Petro ya dispuso el freno a nuevos contratos de exploración de petróleo y carbón.
Ecopetrol, en su mayoría propiedad del Estado colombiano, trabaja en la obtención de 447 millones de barriles, 98% por encima del límite del Acuerdo de París, según Urgewald.
Respecto al proceso de la COP28, la canadiense Tzeporah Berman, presidenta de la iniciativa pro tratado, enfatizó en que la cumbre debe apuntar hacia el fin del Petroceno, la era del consumo de hidrocarburos.
“¿Puede este proceso abordar la causa correcta (del problema)? No basta con encontrar la causa correcta sin desplazar las malas. Los países desarrollados deben moverse más rápido, porque la mayor expansión de proyectos fósiles está planeada en el Norte rico”, dijo a Comunidad Planeta.
Brasil ya anunció su intención de unirse a OPEP+, que integran los 13 socios productores de crudo del grupo y otros diez aliados (entre ellos, México), en otro giro contradictorio de la primera economía latinoamericana.
En su intervención del viernes 1 en el Segmento de Alto Nivel, el presidente Luiz Inacio “Lula” da Silva no aludió a los fósiles.
Pero no solo Petrobras se halla en una encrucijada. Por ejemplo, la estatal Petróleos Mexicanos (Pemex) desarrolla 1.444 millones de barriles de petróleo equivalente, 56% por encima del umbral visualizado por el Acuerdo de París, según Urgewald.
Se prevé que México, cuyo gobierno privilegia la extracción de petróleo y ha detenido la transición energética hacia alternativas menos contaminantes, no se pronuncie sobre cuestiones energéticas en Dubái.
Repartidos en varios bloques geopolíticos, las naciones latinoamericanas, especialmente las productoras de hidrocarburos, mantienen posiciones diferentes frente al carbón, el gas fósil y el petróleo.
Por ejemplo, el Grupo de Integridad Ambiental, al que México está incorporado, no apoya el abandono de los fósiles ni el carbón, uno de los temas candentes en Dubái.
Por otra parte, el Grupo de Ambición Alta, al que pertenecen 12 naciones latinoamericanas, considera “alta prioridad” la eliminación de subsidios ineficientes a combustibles fósiles, mientras que considera “prioritario” el abandono de los fósiles. En él participan productores de hidrocarburos como Colombia, Ecuador, México y Perú.
Mientras, la Asociación Independiente de Latinoamérica y el Caribe, compuesta por ocho naciones, prioriza los lineamientos para la salida de los fósiles.
Como en cumbres previas, el lobby petrolero despliega su músculo. La OPEP tiene un pabellón en Dubái, por primera vez en una cumbre climática.
Además, la Asociación Internacional de Comercio de Emisiones (IETA, en inglés), que promueve el fomento de los mercados de carbono, también exhibe su estandarte en la COP28. IETA, que agrupa a empresas petroleras como BP y Exxon, promueve la comercialización de compensaciones (offsets) por la polución que las corporaciones no reducen. De hecho, los offsets o bonos de carbono no son disminuciones efectivas de las emisiones de dióxido de carbono.