Bogotá D.C., septiembre de 2009 “Agencia de Noticias UN” La gaita, el cumare y el wérregue hacen parte de la lista de plantas productoras de fibras que están desapareciendo del bosque y del comercio artesanal del país.
Los expertos Edgar Linares, Gloria Galeano, Néstor García y Yisela Figueroa del Instituto de Ciencias Naturales, clasificaron 56 especies, de las 114 registradas en las cinco regiones de Colombia, como parte de una investigación encaminada a ampliar el conocimiento sobre las variedades de plantas productoras de fibras en el país y contribuir a la implementación de prácticas adecuadas que atenúen el impacto ambiental, social y económico que está generando su desaparición.
Las plantas productoras de fibra están desapareciendo por causa de la deforestación, la expansión de la frontera agropecuaria y la construcción de obras de infraestructura, entre otros factores que, de paso, afectan el desarrollo artesanal del país. Las consecuencias no se han hecho esperar: sobrecostos en la materia prima e incremento en los precios de los productos, de los que derivan su sustento 350 mil artesanos colombianos.
La situación es crítica. Según Artesanías de Colombia S.A.. Fibras como la gaita, tradicionalmente utilizada para la elaboración de canastos en el departamento de Boyacá, debieron sustituirse por paja blanca, ya que las reservas se agotaron. No alcanzaron para dotar a los artesanos y menos para garantizar un desarrollo sostenible de la materia.
El wérregue sufría la misma situación. En el departamento del Chocó, sus pobladores durante años han extraído desmedidamente las hojas y el cogollo de la palma derribando el árbol, aunque por suerte esta tradición ha venido cambiando, y gracias a un proceso de sensibilización motivado por investigaciones científicas, se están implementando nuevas técnicas para obtener el núcleo de la planta sin tener que tumbarla y así preservar la materia.
A la desaparición de las especies de fibras vegetales contribuyen también la siembra de cultivos ilícitos, el desmedido consumo de leña, los incendios forestales y la producción de madera para la industria y el comercio, según el documento Conpes 2384 de 1996. Situación crítica si se tiene en cuenta que el 83 por ciento de las especies artesanales de origen vegetal se encuentra en estado silvestre.
Fibras nativas
La lista es larga, por eso las especies fueron agrupadas en 35 fichas que describen también plantas como el azufre, el bihao, el cabecinegro, la cañaflecha, el cestillo, los chagualos, el chin, la china, los chápalos, el chiquichiqui, el chocolatillo, el chusco, los cucharos, el cumare o chambira, la damagua, la enea, el esparto, el fique, el guerregue, la iraca, el junco, el lecho, la matamba, el mimbre, el moriche, la paja blanca, la paja de grama, la palma estera, el plátano, potre, la sará, la tetera, el tripeperro, la yanchama y el yaré.
Esta clasificación incluye estrategias de sustitución para el desarrollo sostenible de las especies, y algunas claves para tomar lo necesario de la planta sin exterminarla. Por ejemplo, la aplicación de prácticas como la “media luna”, que permite cortar el cogollo sin comprometer la planta.
Artesanía en cifras
Según Paola Andrea Muñoz Jurado, gerente general de Artesanías de Colombia S.A., “los artesanos utilizan plantas industrializadas como el fique y el algodón, que constituyen un renglón muy importante en la economía nacional, ya que representan el dos por ciento del total de exportaciones de artesanías colombianas”.
En el país, 15 especies, es decir, el 13 por ciento de las plantas como el fique, el algodón, el bambú y las especies endémicas, tienen sistemas de cultivo extensivo o artesanal. El resto, 87 por ciento, son consideradas silvestres y crecen en sitios abiertos y disturbados, en bosques y selvas.
El censo artesanal realizado en 1998 señala que 350 mil productores derivan su sustento directamente de la labor artesanal, para lo cual utilizan como materia prima los recursos naturales.