Bogotá, junio 8 de 2010.- Las empresas Cemex Colombia, Holcim Colombia y la Fundación San Antonio, con explotaciones mineras para construcción en el sur del país, deberán “parar” actividades por modificar el lecho del río Tunjuelo, por la pérdida de su cauce y por la afectación de sus acuíferos y aguas subterráneas.
Así lo determinó la Secretaría Distrital de Ambiente (SDA) mediante la Resolución 4626 de 2010, tras corroborar la afectación ambiental generada por la explotación de estas tres empresas desde la década de los 50 en la cuenca media del Tunjuelo.
Además de esta medida preventiva de suspensión de actividades, la SDA les inició proceso sancionatorio ambiental, que según la normatividad podría acarrear multas de hasta $2.575 millones diarios (5.000 salarios mínimos mensuales legales vigentes diarios), y cierres temporales o definitivos.
Igualmente, las sociedades deberán responder por dos cargos impuestos por la entidad ambiental del Distrito: uno por utilizar el agua y el cauce del Tunjuelo sin la correspondiente concesión o permiso, y el segundo por incurrir presuntamente en las conductas que atentaron contra el recurso hídrico.
“Las tres empresas adelantaron actividades de explotación del recurso hídrico subterráneo en el Parque Minero Industrial del Tunjuelo sin contar con la concesión de aguas. Además, no respetaron la zona de protección del recurso hídrico superficial y realizaron actividades que no son permitidas en zona de ronda. Por eso deben parar actividades y responder por un daño ambiental de más de 50 años”, manifestó Juan Antonio Nieto Escalante, Secretario Distrital de Ambiente.
El cese de actividades se mantendrá hasta que se compruebe que Cemex, Holcim y la Fundación San Antonio den solución a todos los impactos ambientales, al igual que garanticen la estabilidad del suelo y tengan todos los permisos ambientales para ejercer la actividad minera.
“En Bogotá existen 107 predios dedicados a la explotación y transformación de minerales para construcción, de los cuales sólo siete son legales. Con el cierre de estas empresas continuamos con nuestra política de preservación de los recursos naturales. La industria minera entrará en cintura a las buenas o a las malas”, enfatizó Nieto Escalante.
A la fecha, la SDA ha impuesto 37 medidas preventivas de suspensión de actividades a los mineros.
El otro rumbo del Tunjuelo
Desde 1950, el río Tunjuelo ha sido víctima de la indiscriminada explotación minera, la cual modificó el lecho del cuerpo de agua; es decir causó un cambio en su rumbo original por tres movimientos artificiales de las empresas mineras.
Así lo logró demostrar la Secretaría de Ambiente al analizar la cartografía del Instituto Geográfico Agustín Codazzi y varias fotografías aéreas tomadas desde la década de los 50.
En 1956 se da inicio a la explotación de gravas, en terrenos que hoy hacen parte de la Fundación San Antonio. Ya en 1961, la minería se intensificó con el inicio de la canteras Pozo Azul y otra en la hoy portería de Cemex.
En 1968 ocurre el primer desvío artificial del Tunjuelo. Todo para dar luz verde a las explotaciones de Ingeniesa (hoy Holcim), cerca al cauce del río, y en el sector de La Fiscala (Cemex).
El segundo desvío ocurre en 1974, justo en inmediaciones del colegio San Antonio. Según las fotografías, en este año se evidencian minas en lo que hoy son los rellenos de agua de Pozo Azul, se da inicio a las explotaciones en la mina Santa Inés y se consolida el barrio México.
El último movimiento se registró en 1997, en el sector de la Fiscala. Comparando los desvíos de los 68, 74 y 97, se evidencia que todos beneficiaron las excavaciones de la mina La Fiscala.
Pérdida de cauce: tragedia a largo plazo
Por la actividad minera, el Tunjuelo perdió su cauce. En pocas palabras, perdió el espacio que era ocupado por las aguas de las crecientes máximas.
Las inundaciones en un río se pueden presentar en un lapso mayor a 10 años, lo cual hace pensar que al invadir el espacio del rio no se generará ningún problema. Caso similar ocurre al invadir las llanuras de inundación, donde al sol de hoy existen asentamientos urbanos.
En la zona minera del Tunjuelo, no sólo se transformó su llanura de inundación en grandes hoyos de hasta 100 metros de profundidad, sino que perdió el espacio requerido para que el Tunjuelo siguiera naturalmente su curso.
Los jarillones (murallas), cuencos de la explotación minera no estaban preparados para confinar el agua de una creciente del Tunjuelo, hecho que se corroboró con la inundación del 2002, cuando no se mantuvieron secas las zonas de explotación.
“El Tunjuelo no pasa por su lecho natural, sino que desemboca a un embalse artificial por las canteras Sánchez González, Carlos Madrid y Pozo Azul. El cauce del río se perdió en el tramo de la explotación minera”, dijo el Secretario de Ambiente.
Acuíferos, afectados
Según el Plan de Manejo Ambiental de Holcim y Cemex presentado en el año 2005, las perforaciones contaban con suelos impermeables y arcillas que impedían la infiltración de las aguas lluvias y las del Tunjuelo. Sin embargo, cortaron acuíferos, los cuales fueron drenados por la explotación secándolos totalmente.
Las empresas admiten en este PMA que su actividad minera interrumpió las conexiones o canales por donde circulaban las aguas subterráneas, las cuales forman el acuífero de Tunjuelito. Además, cuando extraen las arenas y gravas, son reemplazadas por arcillas, las cuales imposibilitan el flujo del recurso subterráneo.
El acuífero de Tunjuelito pudo iniciarse hace aproximadamente 2 millones de años. Su recuperación sólo se lograría regresando a su lugar los más de 80 millones de metros cúbicos de material pétreo que la actividad minera le ha retirado.
“Las empresas mineras acabaron con el acuífero del Tunjuelo, con el cual se podría dar solución a la falta de agua tanto en el sur de la capital como en municipios aledaños”.
El 30% del agua utilizada en el proceso de trituración de material pétreo se pierde por evaporación y humedad que se queda en el material, lo que corresponde a 18.75 litros por segundo. Esto equivaldría al suministro de agua de una población como Anapoima, que cuenta con 16 mil habitantes.
El 70% restante (43.5 litros por segundo) abastecería a una población de 37.800 habitantes. “En Cundinamarca se podrían abastecer los municipios de Tocaima, Apulo y La Mesa, que históricamente han padecido por escasez de agua”, manifestó Nieto Escalante
Derrumbes por minería
La explotación por parte de Cemex, Holcim y la Fundación San Antonio ha generado profundas excavaciones, que han variado el equilibrio del terreno. Grietas, hundimientos y deslizamientos se han presentado a raíz de esto.
Monitoreos del 2002 demostraron que el suelo en el Tunjuelo afectó la estabilidad de los taludes (estructuras que garantizan que no se presenten derrumbes), y a su vez fue la principal causa de la aparición de grietas.
Varias barreras construidas por las graveras se encuentran a menos de 10 metros de las avenidas Boyacá y Caracas, lo cual las hace vulnerables a la tragedia. “Con un sismo estos importantes ejes viales bogotanos desaparecerían”.
Hace ocho años, en 2002, el Tunjuelo empezó a reclamar lo que le robaron las cementeras: su cauce. Por un fuerte aguacero, el río, que se creía controlado, se salió del cauce y se metió en la puerta de las casas de 420 predios, dejando 3.000 damnificados.
En 2009, un deslizamiento de tierra hizo del barrio Villa Jackie uno de los más nombrados por los bogotanos. El derrumbe ocurrió en la planta de Cemex, y dejó a 90 familias con sus casas bajo tierra.
“El daño ambiental causado por el desarrollo irresponsable y desordenado de la actividad minera es irreparable y tratar de resarcir el perjuicio causado al Tunjuelo tomará muchos años y grandes inversiones que deben ser asumidas por quienes explotaron los recursos naturales sin conciencia”, puntualizó Nieto Escalante.