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Bogotá, marzo 28 de 2011.- En los predios de los clubes deportivos Millonarios y Chicó Fútbol Club, en la ronda del humedal Guaymaral, están desapareciendo los cauces de un ecosistema clave para el norte de Bogotá.

Igual sucede con el área que limita al norte con la pista automovilística Cuarto de Milla y, por esto, estudios realizados demuestran la necesidad de declarar la zona como reserva forestal ante proyectos que pretenden invadirla con viviendas para estratos altos.

Fuentes hídricas, una gran variedad de plantas y especies animales como ranas, serpientes, renacuajos, murciélagos, comadrejas y aves que utilizan las 1.554 hectáreas como ruta de conexión migratoria son razones suficientes para defender la declaratoria de Reserva Forestal del Norte de Bogotá al área comprendida entre las localidades de Usaquén y Suba, en peligro por los planes de urbanización que buscan ampliar la ciudad y expandir el sector floricultor.

Gerardo Ardila, director del Instituto de Estudios Urbanos de la Universidad Nacional (IEU), asegura que “la reserva es una necesidad indispensable para contrarrestar el desequilibrio ambiental que genera la zona urbana de la ciudad”. Su argumento se basa en el Proyecto corredor borde norte de Bogotá, desarrollado desde el 2009 con el objetivo de “aportar información de campo para la construcción de un Plan de Manejo, adecuado tanto a las condiciones de los ecosistemas como a las determinaciones vigentes que buscan su recuperación y mantenimiento, dentro de las necesidades de crecimiento y mejoramiento de la calidad de vida de los habitantes de Bogotá y la Sabana”.

El estudio, realizado en concesión con la Corporación Autónoma Regional (CAR) de Cundinamarca, encontró que el polígono que determina el área es un ecosistema dotado de recursos ambientales imperativos para la salud ambiental de la ciudad y de las futuras generaciones. A esta conclusión llegó después de analizar factores como cobertura vegetal, aguas freáticas o subterráneas, fauna y flora, conectividad del sistema hídrico y la legalidad de los predios construidos en el área.

Los resultados del análisis “que se entregarán el próximo mes de julio” refuerzan investigaciones previas que demuestran la necesidad de conservar el entorno ambiental en contra de proyectos de expansión arquitectónica y del sector industrial. “Además de suelos construidos con sistemas de canales y terrazas de cultivo desarrollados por los muiscas, encontramos más de 500 especies de plantas diferentes, reptiles, anfibios, mamíferos y aves que utilizan la zona como ruta de conexión migratoria. La capacidad que tiene el ecosistema para mantener su organización a lo largo del tiempo se refleja en el hallazgo de 23 especies de mariposas, dos nuevas para la ciencia”, explica el profesor Ardila.

Aún se encuentran en estudio los suelos, el clima local y su interacción regional. De igual manera, se estudian 374 predios, a los que se les reconstruirá su historia.

Situación jurídica

Luego de 11 años de un fallo del Ministerio de Medio Ambiente, que rescata las 1.554 hectáreas, todavía aparecen como un área negra en el Plan de Ordenamiento Territorial (POT) de la ciudad.

La situación jurídica actual ha impedido que la zona del borde norte de la capital sea declarada una reserva. “Desde el año 2000 hay seis estudios técnicos referidos no solo al tema ambiental, sino también a la viabilidad financiera de la actividad que se desarrolla”, afirma Dalila Camelo Salamanca, bióloga de la subdirección de recursos naturales de la CAR.

Advierte que se hace una gran inversión económica para la ejecución de una sola actividad productiva (flores), que apenas genera un 10% de ganancia: “Se debe evaluar si amerita el impacto ambiental que genera esta industria, comparado con las ganancias que deja”.

Con el objetivo de consolidar el POT de Bogotá, en 1999 empezó el proceso de concepción de la zona de conservación que, luego de ser debatida por el Ministerio de Medio Ambiente, dio origen a la expedición de las resoluciones 475 y 621 de 2000, en las que se plasma la orden de declarar la zona como reserva forestal.

Hilmer Fino, abogado de la subdirección jurídica de la CAR, explica que en el 2004 la entidad inició un proceso de investigación sobre el área para determinar la necesidad de la reserva y presentar una propuesta para el cumplimiento del fallo del Ministerio, la cual ha sido discutida entre la CAR y el Distrito Capital. “Se han cancelado cerca de 35 reuniones por diferencias entre los conceptos de las dos entidades y por lo tanto se ha aplazado el proceso”, destaca Fino.

Con el fallo del Consejo de Estado, que ratificó la legitimidad del Ministerio de Medio Ambiente para expedir resoluciones, se espera que durante el 2011 se inicie de nuevo el proceso para consolidar la orden, con la llegada del nuevo consejo superior de la CAR.

La reserva hoy

El área para la zona protegida está siendo utilizada por empresas floricultoras, un colegio y un sector de predios que, según el fallo, se incluyen dentro de la reserva forestal y no sufrirán modificaciones cuando se dé la declaratoria. Por esto, la fase final del trabajo que adelanta el IEU contempla conversaciones con los propietarios para demostrar que los usos actuales se pueden hacer de la mano con la conservación ambiental y mirar estrategias económicas para ellos, sin alterar el ecosistema.

El profesor Ardila enfatiza: “No podemos destruir las posibilidades de conectividad en la estructura ambiental de la ciudad porque tres personas mantengan sus expectativas de ganancias, poniendo en peligro una serie de especies y de condiciones de vida básicas para la salud mental y la seguridad de nuestras generaciones futuras”.

Dentro de las diferentes propuestas que se refutan está la urbanización para la expansión de la ciudad. “Se ha demostrado su inviabilidad, pues los mejores suelos para uso agrícola de la ciudad están ahí, y sería una pena perderlos debajo del cemento”, argumenta la bióloga de la CAR.

“El Plan de Ordenamiento Zonal está planteado para viviendas de altos estratos y no de interés prioritario, por lo que es motivo de análisis su verdadera necesidad para la expansión”, concluye el profesor de la UN.

Leer más en: http://www.unperiodico.unal.edu.co/dper/article/construcciones-estrato-6-amenazan-ecosistema-de-bogota/.

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