Bogotá, Abril 26 de 2012.- No ver el bosque como un obstáculo para la agricultura, sino como una oportunidad de ofrecer servicios ambientales, plantear nuevas figuras de propiedad de la tierra en la Amazonía, invertir más en conservación y repensar incentivos para financiar la conservación son algunas de las propuestas del director de la Cepal, Juan Carlos Ramírez.
En desarrollo del Seminario Amazonia, posible y sostenible, que se realizó este miércoles 25 de abril en el Hotel Tequendama, en Bogotá, el directivo se refirió a los resultados del estudio adelantado por este organismo en alianza con Patrimonio Natural, Parques Nacionales Naturales y la Fundación Moore, con el fin de aportar fundamentos para una política nacional de desarrollo sostenible de la Amazonia.
Durante el seminario, que congregó a representantes del Gobierno, de la Academia y de ONGs, una vez más se destacó la urgencia de planear una política integral de protección de la Amazonía colombiana, que con un área de 476.000 kilómetros cuadrados, representa el 41.8% del territorio nacional.
En desarrollo del evento, se reiteraron algunas de las actividades que han afectado la selva amazónica, entre las cuales se cuenta la tala ilegal para comercialización de la madera o los cultivos ilícitos, la industria extractiva y el tráfico ilegal de especies.
Francisco Coy, director de Soberanía Territorial del Ministerio de Relaciones Exteriores, puso de presente que la Amazonia, con 7,4 millones de kilómetros cuadrados, representa el 4,9% del área continental del planeta.
El funcionario planteó el tema de la minería ilegal en zonas de frontera y mencionó el impacto ambiental en la explotación del coltan, que deja el terreno muy deteriorado, y la alta presión que ha ejercido el desplazamiento forzado en ciudades como Mitú, en el Vaupés, y Leticia, en el Amazonas.
Dejó también la inquietud de una gestión colectiva de países por la Amazonia, para garantizar la protección de los recursos naturales y de la rica biodiversidad de esta zona.
Martha Fandiño, del Ministerio de Agricultura, entre tanto, llamó la atención sobre la necesidad de aumentar en por lo menos 10.2% las zonas protegidas de la Amazonia, al recordar que esta región tiene más de 300.000 kilómetros de naturaleza continua, que no tiene ninguna otra zona de Colombia.
La funcionaria destacó el gran valor de la Amazonia para la prevención y mitigación del cambio climático. En su concepto, lo único que puede salvar la biodiversidad es consolidar un sistema de conservación.
En relación con la minería, precisó que es necesario establecer controles sobre la industria extractiva. “Los venenos de la minería “cianuro o mercurio- pueden llegar a amenazar los delfines rosados”, comentó.
En torno a mecanismos de compensación se mostró escéptica, al preguntarse qué puede compensar la pérdida de la gran riqueza natural que alberga la Amazonia. En ese sentido, citó el caso de la bahía de Santa Marta, donde por la explotación minera se compensó con la siembra de eucaliptos en otra zona. “Hay ciertos daños ambientales que no deben ocurrir”, advirtió la señora Fandiño.
José Javier Gómez, de Cepal Chile, por su parte, presentó la tendencia en Brasil en relación con la protección de la Amazonía, al advertir que en ese país se maneja la idea de parar la deforestación . De hecho, la reforestación es uno de los tema principales de la agenda de este país.
El tema de la Amazonia se maneja a alto nivel gubernamental, comentó, al recordar que la ministra Marina Da Silva, lidera la política que vincula a 13 ministerios para frenar la deforestación en la Amazonia.
En relación con la experiencia brasileña, indicó que las acciones de control y fiscalización, las áreas protegidas y las tierras indígenas se han constituido en barreras eficaces para frentar la deforestación en ese país, donde se cuenta con un sistema de detección de deforestación en tiempo real, a través del seguimiento satelital.
“Para qué queremos la Amazonia los colombianos”
Con esta pregunta, el director del Instituto Quinaxi, Ernesto Guhl, abrió la discusión sobre la valoración y el contexto internacional de la Amazonia.
El investigador llamó la atención sobre dos mitos que se manejan al país en torno a este inmenso territorio. El primero, que es una región lejana, peligrosa; el otro es que, tal como lo planteó en su momento el ex presidente Laureano Gómez, es una región “brutal, hueca e inútil”, es decir, no apta para la vida civilizada.
La tarea propuesta por el doctor Guhl es modificar estos pensamientos y el modelo extractivista depredador que retrata José Eustasio Rivera en La Vorágine.
Para ello, consideró que uno de las primeras tareas son los Planes de Ordenamiento Territorial. En tal sentido, comentó que en el Amazonas hay lugares que no corresponden a ningún municipio.
Otra vertiente de pensamiento que debe fortalecerse es la de ver a la Amazonía como una tierra de promisión, en la cual se debe determinar cómo, cuánto y a quién se le debe pagar por los servicios ambientales que presta.
Advirtió además que si bien el 65% de la cuenca amazónica está en Brasil, en Colombia nace la amazonia y el país comparte con países andinos buena parte de la Alta Amazonía. Esa condición, en su opinión, debe llevar a un manejo internacional integrado para los servicios ambientales.
Rodrigo Uprimny, director de Dejusticia, por su parte, se refirió al principio de precaución, un término jurídico que opera cuando se dan circunstancias como: que exista un riesgo plausible; que sea un riesgo plausible que pueda ocasionar un daño moralmente inaceptable y que haya incertidumbre, en un contexto donde no se conoce como puede ocurrir el daño.
Este principio de precaución, más desarrollado en Alemania y un tanto generalizado en países europeos, no está implícito en la Constitución Colombiana, manifestó, aunque aclaró que la Corte lo reconoce como un principio implícito.
Desde su mirada, este principio aplica para las políticas de Conservación y Protección de la Amazonia, por su riqueza natural, su riqueza étnica y su situación estratégica ambiental, a lo cual se suma la fragilidad de sus eosistemas.