Bogotá D. C., marzo 5 de 2016 (Agencia de Noticias UN.- La crisis energética por la que atraviesa el país parece apuntar más hacia un eventual desabastecimiento, si no se generan medidas como las que se pusieron en marcha hace 24 años para contrarrestarlo.
En ese escenario, parecen converger las líneas de análisis del sector empresarial y la de la academia, pese a que el ministro de Minas y Energía, Tomás González, ha insistido en que mientras haya conciencia de ahorro de energía, existe un margen de maniobra para no llegar al desabastecimiento o a cortes del servicio.
“El país no ha entrado a analizar el encadenamiento”, señaló el catedrático de la Facultad de Minas de la Universidad Nacional Sede Medellín, Jorge Martín Molina, al advertir que Guatapé es un caso ilustrativo, pues el agua de ese lugar va a las hidroeléctricas de San Carlos y Jaguas.
“El incendio de hace unos días pone aún más en riesgo el tema energético del país, porque indica un efecto de concentración y no de diversificación, hecho que impacta en la debida gestión del riesgo”.
En su opinión, si bien en Colombia se produce energía hidráulica eficientemente, es urgente balancear la canasta energética o, lo que es lo mismo, poner en marcha, cuanto antes, la Ley 1715 de 2014, sobre energías alternativas.
El mapa energético del país muestra que casi el 80 % de la energía es hidroeléctrica. De ese porcentaje, el 95 % viene de las grandes centrales como Chivor, San Carlos, el Guavio, Guatapé y Jaguas, explicó. El porcentaje restante proviene de energías derivadas del procesamiento de gas en plantas de petróleo y de combustibles líquidos como el ACPM, principalmente en zonas no interconectadas. Un porcentaje muy bajo proviene del carbón (menor al 4%).Según el docente, en cuanto a energías alternativas, el panorama es bastante desolador: “energía geotérmica, no tenemos; eólica, estamos en pañales; fotosolar, no se ha avanzado, y el carbón se ha venido apagando”, sostiene.
El académico recordó que en Colombia se viene hablando de geotermia hace casi 50 años, pero no se han hecho las tareas, pese al potencial volcánico colombiano (científicamente, 32 volcanes activos). Entre tanto, países como Nicaragua, que podrían parecer más incipientes en su desarrollo, sí han avanzado en el tema.
A ello se suma que Hidroituango, la planta más grande del país, no empezará a generar sino hasta dentro de dos años. Adicionalmente, su competitividad está basada en la exportación energética, pues se trata de “contratos de estabilidad de largo plazo”. En teoría, ese tipo de acuerdos no harían viable la disponibilidad de su generación total, al interior del país, en caso de una emergencia.
En el desarrollo de la cátedra de “Recursos minero-energéticos, medioambiente y agua”, de la U.N., Eduardo Chaparro, del Centro de Pensamiento del Agua y del Sector Minero, de la Asociación Nacional de Empresarios de Colombia (ANDI), señaló que el daño estructural de Guatapé, para el que se necesita importar de México un cable especial de 10 kilómetros, tiene el agravante, ya citado, de que otras represas dependen de ella.
La ANDI le ha pedido al Gobierno que si va a haber racionamiento, lo notifique con anticipación. De hecho, la experiencia de 1992, cuando se decretó la llamada “hora Gaviria”, que adelantó el uso horario, volvió a ser traída a colación por el exministro de Minas, Amílkar Acosta, quien expresó que debería contemplarse nuevamente.
Los analistas del tema consideran que el apagón se determinó cuando el racionamiento ya era inminente. Por ello, plantean tomar la medida oportunamente.
Si falla otra central hidroeléctrica o se acentúa la ausencia de lluvias, el racionamiento podría ser un hecho, estima Eduardo Chaparro. Según el delegado de la ANDI, no se debe subestimar la propuesta del senador Acosta. Los indicadores muestran que los consumos han aumentado porque buena parte del territorio está en áreas tropicales, cuya naturaleza climática es de alta temperatura. Allí “la gente está
usando más ventiladores y aire acondicionado, con lo cual se dispara el consumo”.
Así, agrega el vocero del gremio empresarial, adelantar la hora en 60 minutos “es una forma de disciplina social como manera de contribución racional de ahorro energético”.
En ese mismo sentido, el profesor Martín destaca: “como en Colombia no hay estaciones que alteren las horas del día solar, la medida de adelantar una hora la jornada probablemente aumente la eficiencia, aunque no de manera significativa. Sería de 1 o máximo 2 %”, puntualizó.