Una comisión de raizales, liderada por el ex gobernador de San Andrés, Kent Fancis, estuvo en la Cancillería de Colombia para pedir apoyo a la convocatoria a 6 paises en torno a la conformación de una reserva marina trasnacional que buscaría salvar de la acelerada degradación de una de las tres barreras de coral más grandes del mundo.
BOGOTÁ D.C.- Un llamado a los gobiernos de Nicaragua, Costa Rica, Honduras, Panamá y Jamaica para extender la actual Reserva de la Biósfera Seaflower -declarada en el año 2000 por la Unesco- y evitar un colapso de los ecosistemas caribeños y salvar la que sería la tercera barrera de coral más grande del mundo, hicieron las organizaciones raizales del archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina.
Los líderes de esta iniciativa, encabezados por el ex gobernador Kent Francis, uno de los líderes de la reivindicación histórica de la identidad raizal, llegaron recientemente hasta el Ministerio de Relaciones Exteriores de Colombia, para plantear su propuesta con el ánimo de encontrar apoyo oficial a esta tarea para salvaguardar los ecosistemas caribeños.
La Gran Seaflower transformaría lo que es hoy una reserva de 180,000 km2 en una reserva de 500,000 km2, protegiendo ecosistemas marinos y costeros representativos de la zona como: arrecifes de coral, manglares, lagunas de arrecifes, pastos marinos, humedales, playas, mar abierto y bosque seco tropical, señaló la comisión.
"Buscamos un reconocimiento y la gobernabilidad de una zona ecológica transfronteriza que forma parte de la reserva Sea Flower, mediante el compromiso de los seis países que tienen territorios que forman parte de la Gran Reserva Sea Flower, con el fin de proyectarla como patrimonio de la humanidad, una tarea impulsada desde el pueblo raizal y las demás comunidades locales, para resguardar esta valiosa riqueza natural de los efectos del cambio climático, tales como el blanqueamiento de corales, una especie de cáncer que las afecta.
Entre las gestiones que han venido adelantando las organizaciones nativas y comunitarias de los países involucrados, figura una carta dirigida a los mandatarios de los 6 gobiernos, por medio de la cual advierten que "el Caribe Suroccidental que comparten geográficamente Colombia, Costa Rica, Honduras, Jamaica, Nicaragua y Panamá, requiere de acciones urgentes para salvaguardar el patrimonio ecológico y cultural de esta región".
En esta misiva, los líderes sociales expresan su preocupación por el ritmo acelerado de la degradación de los complejos arrecifales caribeños, lo que podría llevar a un punto de no retorno si no se adelantan acciones rápidas, coordinadas y efectivas para salvargurda la esructura ecológica de la cuenca interior del Caribe y los ecosistemas continentales que dependen de ella.
"La historia, la economía y la ecología de nuestra región son resultado de una diversidad biológica y cultural que debe resaltarse para construir desde este Caribe una hoja de ruta frente a los retos del cambio climático", señala la carta enviada a los mandatarios de los seis países convocados, en la que además se advierte que la conectividad biológica del Caribe insular y el Caribe continental en esta región necesita ser reconocido "como piedra angular de todo esfuerzo que busque darle forma a un nuevo relacionamiento del ser humano con la naturaleza".
En ese sentido, los líderes firmantes consideran que con la ciencia como principal aliada, los Estados del Caribe Suroccidental deben ponerse a disposición de un gran pacto ambiental para recuperar, restaurar y conservar la riqueza ecológica que, más allá de su potencia paisajística, representa el sustento económico de 7 millones de personas en estos seis países.
Al respecto, recuerdan que la Unesco ha insistido en la necesidad de crear puentes entre los ecosistemas marino-costeros para enfrentar amenazas ambientales como el blanqueamiento de corales o la sobrepesca, y como científicos reconocemos la cooperación entre Estados como una de las herramientas más efectivas para dicha tarea.
Sumado a esto, destacan que "la gran familia creole del Caribe y las comunidades indígenas, con presencia en los seis países en cuestión, conforman el testimonio vivo de varios siglos de convivencia armónica y sostenible entre el ser humano y los ecosistemas marinos de esta región. "Sin embargo, esa conexión ecológica y cultural que nos arropa ha sido desconocida recientemente por los Estados, dificultando así una visión auténticamente caribeña para la cooperación en asuntos ambientales".
En tal sentido, reiteran que parte del trabajo que debe hacer el Caribe Suroccidental para evitar el colapso tiene que ver con la cooperación entre Estados y el auto-reconocimiento como región ambiental, por lo cual están convencidos de que el concurso de la Unesco será fundamental, pues ello permitiria triplicar el área protegida.
Los líderes de esta iniciativa esperan seguir adelantando gestiones para concretar la propuesta y en ese sentido esperan también reunirse con congresistas colombianos que puedan ayudarlos en su objetivo de proteger su riqueza marina.