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Cuánto cuesta bombear un metro cúbico de agua para tratarla en la planta de Acueducto de Wiessner, que surte de agua a Bogotá?

Alrededor de 40 pesos, señala el ingeniero Oscar García, de la Empresa de Acueducto y Alcantarillado de Bogotá, la advertir que la capital del país puede considerarse una ciudad privilegiada, pues toda su agua llega por gravedad.

Y cuánto cuesta bombear un metro cúbico de agua desde el río Bogota a la planta de tratamiento?

Aproximadamente 150 pesos, calcula el ingeniero, al aclarar que la alta diferencia radica en el gasto de energía para el bombeo.

Pues bien, esta relación de costos, de uno a cuatro, es un sencillo ejemplo que bien puede ilustrar la tesis del biólogo Orlando Rangel, ene l sentido de que es mucho más económico conservar las fuentes de agua de los páramos, que permiten llevar el líquido por gravedad a las crecientes poblaciones de las grandes capitales del país, que dejarlos acabar para luego buscar agua en otras partes.

Una visión económica en la política de la prestación del servicio de agua potable para todos los habitantes de una ciudad como Bogotá, que ya sobrepasa los siete millones, podría llevar a tomar medidas efectivas de recuperación y conservación de los páramos que circundan la ciudad y sobre los cuales se cierne un manto de degradación que amenaza con colapsar. De ahí que en los foros sobre recursos hídricos, el tema de la conservación de los páramos se ha vuelto prioritario. Precisamente en uno de estos escenarios, el profesor Thomas van der Hammen fue el encargado de repicar sobre el campanazo de alerta que viene dando la academia desde hace varios años: o se toman medidas efectivas de control para evitar el fin de los páramos o las capitales más pobladas del país se enfrentarán a una crisis del agua sin retorno.

Para el biólogo Rangel, quien junto con el profesor Van der Hammen es uno de los más reconocidos estudiosos de los ecosistemas de páramos en Colombia, las autoridades ambientales de Bogotá y de todo el país están en mora de ejecutar planes de manejo con acciones claras sobre los usos de estos reservorios de agua, que permitan conservar las fuentes hídricas

No es posible que sólo en Bogotá y la Sabana se adviertan situaciones como las de los cerros de Chía y de Cota, en donde en los últimos 30 años han desaparecido alrededor de 50 quebradas. O las del páramo de Cruz Verde, una muestra verídica de lo que no se debe hacer con estos importantes recursos naturales, a decir del profesor Rangel. En este páramo, desde comienzos de los 90, se empezaron a evidenciar los estragos causados a esta reserva, debido a los cultivos de papa, a la cría de ganado y de ovejas, así como al avance de construcciones.

De igual manera, Rangel considera que pese a que en los páramos de Sumapaz y de Chingaza se tienen medidas de control, tampoco alcanzan a ser modelos perfectos de conservación. En su concepto, éstos presentan condiciones medianamente aceptables de conservación (en un 40 por ciento), debido a las medidas especiales.

Otros páramos, como los de Saboyá y Carmen de Carupa, al noroccidente de Cundinamarca, que además son fuente de depósitos acuáticos como las lagunas de Fúquene y Cucunubá, están muy deteriorados, y de allí muy seguramente "tendremos que tomar agua", aseguró.

Ganado y papa

Son diversas las causas que han generado la crítica situación de los páramos colombianos. Entre ellas, el profesor Rangel menciona las de la propiedad. "Nadie sabe quiénes son los dueños de los páramos", dice, al recordar que mientras hace unos 15 años él salía con sus grupos de investigación a recorrer libremente el páramo de Chusacá, hoy el paisaje está sembrado de cercas.

La falta de medidas de control también ha facilitado el avance de lotes de ganado que erosionan la tierra y genera otros daños irreversibles en los frágiles ecosistemas de estas tierras.

A ello se suma la falta de coordinación institucional. Es así como las autoridades agrícolas han desarrollado nuevas variedades de papa resistentes a la altura, lo que ha promovido la siembra de este cultivo a 3.000 y más metros de altura. Los resultados se observan en páramos como el de Saboyá, donde florecen los cultivos de papa a costa de la vegetación natural, que es la que protege las fuentes de agua

Ante esta realidad, el profesor Rangel propone una estrategia similar a la desarrollada en la ciudad de Nueva York, que consiste en hacer una inversión significativa para recuperar las cuencas de donde captan el agua para sus habitantes, en lugar de invertir más en obras de infraestructura para traer agua de otros sitios. En Nueva York se cuenta con tres sistemas de acueducto de los cuales Catskill y Delaware proveen alrededor de un 90 por ciento del agua de la ciudad. Estos se originan en la parte oeste del río Hudson, para atender el 90 por ciento de la demanda de los más de nueve millones de habitantes de la llamada Gran Manzana.

De acuerdo con un informe de la Watershed Protection an Partnership Council, parte de la responsabilidad del estado de Nueva York, para asegurar que este sistema siga siendo tan eficiente, es trabajar con las comunidades que habitan los alrededores de estos condados, entregándoles materiales educativos sobre la importancia de preservar el sistema de agua natural de Nueva York y haciendo hincapié en la importancia de mantener los recursos naturales.

"Llegamos a un punto de no retorno, en el que si no tomamos medidas drásticas que permitan recuperar lo que se ha perdido y volverlo a introducir en la cadena productiva de servicios ambientales, vamos a colapsar".

Paisajes en peligro

En los páramos hay cerca de 3.000 especies vegetales entre las que se destacan los musgos, las hepáticas, los arbustos, esponjas que reciben la humedad y la lluvia, para luego dejarla salir lentamente.

Después de esta explicación básica, el profesor Van der Hammen presentó el diagnóstico de los páramos colombianos, en el marco del foro organizado por la Procuraduría General de la Nación, El Banco Mundial, el Banco de la República, la Universidad Nacional de Colombia y The Nature Conservancy.

Una imagen de satélite reveló cómo el páramo de Guerrero, en 1971, tenía una superficie tan bien conservada que el 50 por ciento de su vegetación era arbustiva. Veinte años después, una nueva imagen muestra la reducción de la superficie en un 30 por ciento, y de la capa vegetal en un 50 por ciento.

Fotos más recientes, como las del Cocuy (a 3.800 metros) demuestran cómo la ganadería solo ha dejado restos de vegetación en estos ecosistemas. Entre tanto, la avanzada papera que adoptó métodos tecnificados para el cultivo, "está destruyendo el páramo de forma impresionante, pues se están introduciendo pastos foráneos que acaban con la vegetación natural, maquinaria pesada que la aplasta, y agroquímicos que contaminan el agua. A esta destrucción se suman los excrementos de las vacas y la orina que va a parar a los acuíferos", aseguró Van der Hammen.

Según el libro rojo de la flora, el 53 por ciento de los frailejones está amenazado. Así, concluyó el investigador, "el paisaje, la fauna, en fin, toda la biodiversidad y el agua de los páramos, esenciales para el desarrollo del país, están en grave peligro, sobre todo por los cultivos de papa. Hemos asistido al agotamiento de los combustibles fósiles, del gas, de la gasolina. ?Qué va a pasar cuando se agoten los páramos que surten de agua potable a la mayoría de las grandes ciudades del país?..."

Acciones claras

Para los profesores Van der Hammen y Rangel, algunas de las acciones que se deben realizar son:
- Declarar todos los páramos de Colombia como reservas naturales y del agua.
- Determinar la franja de bosque alto andino como de protección.
- Establecer límites exactos por un comité de expertos.
- Las CAR y las organizaciones municipales deben contar con estudios socioeconómicos y de tenencia de la tierra del páramo.
- Iniciar procesos de saneamiento graduales de las parte más altas hacia abajo, con una reducción gradual de actividades agrícolas y de ganadería.
- Prohibir el uso de maquinaira pesada en los páramos.
- El Estado debe comprar tierras privatizadas de los páramos.
- Insistir ante las autoridades municipales en destinar un porcentaje de su presupuesto a la compra de tierras en el páramo para la conservación del agua.
- Crear un Fondo Ambiental con base en una tasa adicional al agua que pagarán los consumidores. El cual permitirá financiar procesos de recuperación y conservación.

Hoy día el sistema de acueductos de la ciudad está compuesto por 19 reservas o acueductos que cubren cerca de 2.000 millas cuadradas, se extiende por 125 millas al norte y oeste de la ciudad y provee 1.3 billones de galones de agua potable a más de nueve millones de neoyorquinos diarios. Estos acueductos son parte de lo que en inglés se llama ?Watershed? o la línea divisoria de agua. Esta es el área donde el agua de lluvia y la que se ha derretido del hielo y la nieve corre por las montañas a través de árboles, arbustos y piedras, lo cual actúa como un filtro natural hasta que llega a las reservas de agua.

El sistema de filtros y reservas de la ciudad de Nueva York está compuesto por tres sistemas de acueductos: Catskill, Delaware y Croton. Los sistemas de Catskill y Delaware proveen alrededor de un 90% del agua de la ciudad y se origina en la parte oeste del río Hudson, mientras que el más antiguo de ellos, el sistema de Croton, se originó en el 1842 y está localizado en el este del río Hudson.

Como mencionamos anteriormente, parte de la responsabilidad del estado de Nueva York es asegurar que este sistema siga siendo tan eficiente. Entre las tareas del Watershed Protection and Partnership Council está el trabajar con las comunidades alrededor de estos condados, proveyéndoles materiales educativos sobre la importancia de preservar el sistema de agua natural de Nueva York y haciendo hincapié en la importancia de mantener nuestros recursos naturales. Estas líneas divisorias de agua son las más grandes del país y nuestro sistema de acueductos es de los más completos.

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