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Bogotá, Diciembre 9 de 2011 (Unimedios).- Los pescadores aún recuerdan cómo el agua azul de la Ciénaga Grande tomó un matiz verdoso. Esto fue el comienzo de la mayor mortandad de peces ocurrida en 1994, hecho que se podría repetir en el 2012.

De acuerdo con los pobladores de los alrededores de la Ciénaga, en Magdalena, a comienzos del próximo año se puede presentar una disminución en el nivel de las aguas, lo que originaría una mortandad similar a la ocurrida hace 17 años.

Diego Villalba, estudiante de la Universidad del Magdalena, estudia desde hace ocho años las causas de este hecho que dejó graves pérdidas económicas en la región. “Es muy posible que los agentes que ocasionaron esta mortandad fueran las cianobacterias, un grupo particular de microalgas”, dijo.

Villalba, quien encabeza la investigación, cuenta con la colaboración de Gabriel Pinilla, profesor asociado del Departamento de Biología de la Universidad Nacional de Colombia, y la asesoría del director de la UN en el Caribe, Ernesto Mancera.

La Ciénaga, reconocida por la Unesco como reserva de la biosfera, recibe la desembocadura de muchos ríos que traen en sus aguas diversos químicos y elementos orgánicos que son el alimento de estas cianobacterias. “Al crecer, se multiplican y empiezan a eliminar todo lo que se encuentra en el camino. Producen una toxina que es 10 veces más potente que el veneno de la cobra”, explicó el estudiante.

Sin embargo, no se sabe por qué aparecen de forma masiva hasta llegar a ser nocivas. En cantidades normales estas bacterias no son perjudiciales, pues al ser fotosintéticas producen oxígeno. En el Brasil se han adelantado estudios sobre estos microorganismos. “Ellos cuentan con mecanismos y fórmulas matemáticas para determinar cuándo las cianobacterias empiezan a proliferar, tienen medidas de control e información que en Colombia aún no existen”, comentó Villalba a la Agencia de Noticias UN.

Por eso, en mayo del 2012 se desplazará a la Universidad Federal de Río de Janeiro para continuar su investigación de la mano de la doctora Sandra María Feliciano, considerada una autoridad en la materia.

Mientras tanto, Diego sigue recogiendo muestras de la Ciénaga Grande para llevar al Brasil, donde puede adelantar su investigación y lograr con mayor precisión una respuesta a la incógnita que desde hace ocho años lo introdujo en el tema de las cianobacterias. Por ahora se aferra al pálpito de los pescadores, quienes han estado toda la vida en el lugar y afirman de manera tajante que es muy probable que este fenómeno se presente en febrero del próximo año.

Villaba aspira a conocer los secretos de estos microorganismos para predecir el hecho con mayor certeza. “La Ciénaga es un lugar virgen, muy pocos hemos puesto los ojos en ella y hay mucho que aprender”, concluyó.

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