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BOGOTÁ, Diciembre 19 de 2013.- El río Bogotá ha sido víctima del crecimiento desmedido de la población y de la industria, y sufre día a día las consecuencias de una inadecuada planeación, afirma Carolina Tobón, estudiante de la Maestría de Estudios Ambientales de la Universidad Nacional de Colombia.

Tobón, quien es la autora del estudio “Metabolismo social para el manejo sostenible de los recursos naturales. El agua en la cuenca alta del río Bogotá”, se dio a la tarea de analizar, durante cerca de un año, el uso del agua en esta cuenca a partir de la segunda mitad del siglo XX.

“Es a partir de esta época que se llevan a cabo las intervenciones más notorias en el comportamiento natural del río con el establecimiento de canales, diques y represas, y cuando todo el territorio comienza a reflejar los impactos de las políticas de reforma agraria, urbanización, industrialización y modernización del campo”, comenta.

Apoyada en las herramientas del metabolismo social -un concepto teórico para describir la interacción entre sociedad y naturaleza- la joven encontró que la información censal en los temas demográficos, económicos o biofísicos no es clara. “Es difícil desarrollar estudios de este tipo que pretenden ser integrales cuando la información oficial existente es asimétrica. La inexistencia de censos claros hace más complejo el análisis”, dice.

Un ejemplo de esta situación la halló en el sector industrial de la zona que comprende los municipios de Villapinzón, Chocontá, Suesca, Sesquilé, Gachanchipá y Tocancipá.

Esta ingeniera química comprobó que la información censal sobre la industria es muy escasa. “La amenaza más importante para señalar es la falta de información que se tiene sobre el corredor industrial en el municipio de Tocancipá, así como sobre sus efectos sociales y ecológicos”.

También halló que hay mucha información sobre las curtiembres, ubicadas especialmente en la zona de Villapinzón, pero muy poca sobre las floricultoras. Mientras las curtiembres están intentando impulsar el desarrollo sostenible de su actividad, de las floricultoras no se conocen los acuíferos existentes, cuánto es su tiempo de recarga o cuándo y en qué cantidades hacen uso del agua subterránea.

Según Tobón, la falta de conocimiento sobre esta situación puede generar un desequilibrio en la cuenca, pues “cuando el sistema natural pierde las capacidades para responder es que se habla de insostenibilidad”.

La investigadora destaca el hecho de que los municipios tengan poco control sobre la planeación que se hace en el valle aluvial del río. Además, existe la idea que este es territorio de todos y de nadie en el sentido de que se capta y se vierte agua sin saber cuánto puede soportar el cauce.

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