A las mujeres cabezas de familia de las zonas rurales se les bajan más sus ingresos que a los hombres, debido al estrés climático y a las inundaciones. Así lo determina un estudio de la FAO, que analizó datos de más de 100 mil hogares rurales, que representan más de 950 millones de personas en 24 países de ingresos medios y bajos.
ROMA - El cambio climático afecta de manera desproporcionada a los ingresos de las mujeres rurales, las personas que viven en condiciones de pobreza y los ancianos, ya que su capacidad para reaccionar y adaptarse a los fenómenos meteorológicos extremos es desigual, según indica un nuevo informe de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).
El informe titulado "The Unjust Climate" (El clima injusto) pone de relieve una dura realidad: cada año, en los países de ingresos bajos y medianos, las mujeres cabezas de familia de las zonas rurales padecen pérdidas financieras significativamente mayores que los hombres. En promedio, los hogares encabezados por mujeres pierden un 8 % más de sus ingresos debido al estrés térmico y un 3% más a causa de las inundaciones en comparación con los hogares encabezados por hombres. Esto se traduce en una reducción per cápita de 83 USD debido al estrés térmico y de 35 USD a causa de las inundaciones, por un total de 37 000 millones y 16 000 millones de USD respectivamente en todos los países de ingresos medios y bajos.
El estudio revela además que, si las temperaturas promedio aumentaran 1°C, estas mujeres enfrentarían una pérdida de ingresos totales un 34% mayor en comparación con los hombres. Teniendo en cuenta las importantes diferencias existentes en la productividad agrícola y los salarios entre las mujeres y los hombres, el informe sugiere que, si no se toman medidas, el cambio climático ampliará estas brechas en los próximos años.
La FAO analizó datos socioeconómicos de más de 100 000 hogares rurales (que representan más de 950 millones de personas) en 24 países de ingresos medios y bajos. Mediante la integración de esta información con datos georreferenciados sobre la temperatura y las precipitaciones diarias durante 70 años, en el informe se examina la manera en que diversos factores de estrés climático repercuten en los ingresos de la población, la mano de obra y las estrategias de adaptación en función de la situación económica, el género y la edad.
Las repercusiones difieren no solo por género, sino también por condición socioeconómica, según los datos. El estrés térmico, o la sobreexposición a altas temperaturas, agrava la desigualdad de los ingresos entre los hogares rurales clasificados como pobres, que sufren una pérdida un 5 % mayor (17 USD per cápita) que sus vecinos de mejores condiciones económicas, y las cifras de las inundaciones son similares. Paralelamente, las temperaturas extremas empeoran la situación del trabajo infantil y aumentan la carga de trabajo no remunerada de las mujeres en los hogares pobres.
"Las diferencias sociales basadas en la ubicación, la situación económica, el género y la edad tienen una importante repercusión en la vulnerabilidad de las personas a los efectos de la crisis climática. Estas conclusiones ponen de manifiesto la urgente necesidad de destinar muchos más recursos financieros y de orientar las políticas a las cuestiones de inclusión y la resiliencia en las medidas climáticas mundiales y nacionales", afirmó el Sr. QU Dongyu, Director General de la FAO.
En efecto, los obstáculos al acceso a los recursos, los servicios y las oportunidades de empleo afectan a la capacidad de las poblaciones rurales para adaptarse al cambio climático y afrontarlo. Por ejemplo, las normas y políticas discriminatorias suponen una carga desproporcionada sobre las mujeres en lo que respecta a las responsabilidades domésticas y de cuidados, limitan sus derechos a la tierra, les impiden tomar decisiones relativas a su mano de obra y dificultan su acceso a la información, la financiación, la tecnología y otros servicios esenciales.
Del mismo modo, los hogares dirigidos por jóvenes tienen más facilidad para encontrar oportunidades de empleo fuera de la agricultura durante las condiciones meteorológicas extremas en comparación con los hogares dirigidos por personas de más edad. Esto hace que sus ingresos sean menos susceptibles a estos fenómenos.
Las condiciones meteorológicas extremas también obligan a los hogares rurales empobrecidos a recurrir a estrategias que no van de la mano con la adaptación climática, como reducir los flujos de ingresos, vender ganado y dejar de gastar en sus explotaciones agrarias. Sin embargo, estas medidas agravan su vulnerabilidad a los cambios climáticos a largo plazo.
Adoptar medidas
En el informe se indica que para abordar estos desafíos es necesario llevar a cabo intervenciones específicas a fin de empoderar a diferentes poblaciones rurales para participar en medidas de adaptación climática.
El estudio revela que las poblaciones rurales y sus vulnerabilidades climáticas son apenas visibles en los planes climáticos nacionales. En las contribuciones determinadas a nivel nacional y los planes nacionales de adaptación de los 24 países analizados en el informe, solo el 6 % de las 4 164 medidas climáticas propuestas mencionan a las mujeres, el 2 % mencionan explícitamente a los jóvenes, menos del 1 % mencionan a las personas pobres y alrededor del 6 % hacen referencia a los agricultores de las comunidades pobres.
Asimismo, de toda la financiación para el clima de 2017‑18 de la que se hizo seguimiento, solo el 7,5 % se destinó a la adaptación al cambio climático; menos del 3 % a la agricultura, la silvicultura y otros usos de la tierra, u otras inversiones relacionadas con la agricultura; solo el 1,7 % (aproximadamente 10 000 millones de USD) llegó a los pequeños productores.
Las políticas agrícolas también pierden la oportunidad de abordar la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres y las vulnerabilidades interseccionales, como el cambio climático. Un análisis de las políticas agrícolas de 68 países de ingresos bajos y medianos llevado a cabo por la FAO el año pasado mostró que aproximadamente el 80 % de las políticas no tenían en cuenta a las mujeres y el cambio climático.
Uno de los elementos destacados en materia de políticas es que en el informe se insta a la inversión en políticas y programas que aborden las vulnerabilidades climáticas multidimensionales de la población rural y sus limitaciones específicas, como por ejemplo su limitado acceso a los recursos productivos. Asimismo, se recomienda la vinculación de los programas de protección social con servicios de asesoramiento que puedan fomentar la adaptación y compensar a los agricultores por las pérdidas, como los programas de asistencia social monetaria.
Las metodologías transformadoras en materia de género que combaten directamente las normas de género de carácter discriminatorio también podrían hacer frente a la discriminación arraigada que a menudo impide a las mujeres ejercer pleno arbitrio sobre las decisiones económicas que inciden en sus vidas.
Las medidas climáticas están incorporadas en la Estrategia de la FAO y el Plan de acción sobre el cambio climático y en el Marco estratégico de la FAO para 2022-2031, donde la lucha contra las repercusiones del cambio climático está integrada en las iniciativas dirigidas a lograr las cuatro mejoras: una mejor producción, una mejor nutrición, un mejor medio ambiente y una vida mejor para todos, sin dejar a nadie atrás.
De igual modo, en el Global Roadmap for Achieving SDG 2 without breaching the 1.5 °C threshold (Hoja de ruta mundial para alcanzar el Objetivo de Desarrollo Sostenible [ODS] 2 sin sobrepasar del umbral de los 1,5 °C) de la FAO se establece que las desigualdades de género, las medidas climáticas y la nutrición son consideraciones simultáneas, y las medidas deben abarcar estas dimensiones y promover la inclusividad de las mujeres, los jóvenes y los Pueblos Indígenas.
Otras conclusiones importantes del informe determinan que en año medio, los hogares pobres pierden el 4,4 % de sus ingresos totales debido a las inundaciones en comparación con los hogares más acomodados.
También señala que el aumento de las temperaturas incrementa la dependencia de los hogares pobres respecto de una agricultura que tenga en cuenta el clima en comparación con los hogares no pobres. El aumento de 1° C en las temperaturas medias genera un incremento del 53 % en los ingresos agrícolas de los hogares pobres y una disminución del 33 % en sus ingresos no agrícolas, en comparación con los hogares no pobres.
Adicionalmente, el estudio determina que las administradoras de parcelas son tan capaces como los hombres de adoptar prácticas agrícolas adaptativas respecto del clima, pero suelen perder más ingresos y oportunidades no agrícolas cuando se ven expuestas a fenómenos meteorológicos extremos. Cada día de altas temperaturas extremas reduce el valor total de los cultivos producidos por agricultoras en un 3 % en comparación con los hombres.
Los factores de estrés térmico hacen que los hogares rurales de los países de ingresos bajos y medianos aumenten sus ingresos no agrícolas anuales en US$47.000 millones en comparación con otros hogares.
Las temperaturas extremas obligan a los niños a aumentar su tiempo de trabajo semanal en 49 minutos en comparación con los adultos más jóvenes, principalmente en el sector no agrícola, una situación muy similar al incremento de la carga laboral de las mujeres, es otra de las conclusiones del estudio de la FAO.