En el mar Mediterráneo, uno de los destinos turísticos más codiciados del mundo, se vierten alrededor de 730 toneladas de desechos plásticos a diario, a lo cual se suma el acelerado cambio climático.
La pérdida de biodiversidad, el impacto creciente del cambio climático y la presión incesante sobre los recursos naturales podrían provocar daños ambientales irreversibles en la cuenca del Mediterráneo y a menos que se tomen medidas urgentes y decididas para detener las tendencias actuales, la degradación ambiental podría tener consecuencias graves y duraderas para la salud humana y los medios de vida en la región.
Así lo advierte el más reciente informe del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), según el cual un 15% de las muertes en la región del Mediterráneo son atribuibles a factores ambientales prevenibles. En 2016, por ejemplo, más de 228.000 personas murieron prematuramente por exposición a la contaminación del aire.
Este destino turístico, que en 2017 registró 360 millones de visitantes, se está calentando un 20% más rápido que el promedio mundial. Actualmente llega a +1.54°C por encima de los niveles preindustriales y se prevé que aumentará a +2.2°C cuando el resto del mundo alcance los + 1.5°C, el límite establecido por el Panel Intergubernamental de Expertos del Cambio Climático, para evitar una catástrofe ambiental.
Según el informe del PNUMA, la presencia de más de mil especies no autóctonas también representa una amenaza para la biodiversidad reconocida de la región. El Mediterráneo alberga a más de 17.000 especies marinas (del 4% al 18% de las especies marinas conocidas del mundo), aunque solo representa alrededor del 1% del volumen oceánico global.
Decisiones equivocadas
El crecimiento de la población y los patrones de producción y consumo insostenibles han llevado a la degradación costera. A pesar de algunos avances, el crecimiento económico sigue aumentando el consumo de recursos y emisiones de carbono. El cambio de uso de la tierra y el mar, en particular en la costa, es perjudicial para el medio ambiente.
Los hallazgos del informe pueden orientar a “un renacimiento verde” en el Mediterráneo como emprender caminos de desarrollo más ecológicos para detener las tendencias de degradación ambiental y salvar los logros obtenidos con tanto esfuerzo, expresó Gaetano Leone, coordinador de la Secretaría del Convenio de Barcelona del PNUMA.
A pesar de que la costa europea tiene un Producto Interno Bruto en promedio tres veces más alto que los países del sur y este del Mediterráneo, el informe indica que la región, que alberga a más de 512 millones de personas, no está en camino de alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible para 2030.
“El futuro del Mediterráneo está en juego. En los últimos meses, el mundo se ha estado preguntando cómo será el futuro. Este es el tercer número del informe desde 2005 y muy poco ha cambiado desde entonces. Si queremos proteger el Mediterráneo para las generaciones presentes y futuras, ya no podemos permitirnos pasos parciales. Debemos embarcarnos en cambios drásticos en nuestra relación con la naturaleza”, dijo François Guerquin, director de Plan Bleu, uno de los autores del informe.
Áreas de acción
El estudio del PNUMA subraya la urgente necesidad de respuestas políticas adecuadas y eficaces para aliviar la presión sobre el medio ambiente y al mismo tiempo satisfacer las necesidades urgentes de desarrollo humano.
Según los autores, para crear un cambio transformador que aborde los impulsores de la degradación ambiental, hay cinco áreas de acción:
Incentivos y creación de capacidad: Eliminar gradualmente los subsidios perjudiciales para el medio ambiente e incentivar las opciones sostenibles, incluida la eliminación de los subsidios a las energías no renovables y la extracción de aguas subterráneas.
Cooperación intersectorial: Hacer que todos los sectores, no solo las agencias encargadas de la gestión del medio ambiente, compartan las trayectorias cambiantes del desarrollo y priorizar la sostenibilidad en todas las políticas sectoriales.
Acción preventiva: implementar medidas que eviten la degradación, que generalmente son menos costosas y conducen a mejores resultados ambientales y sociales que la limpieza y la acción curativa.
Fomento de la resiliencia: dirigir la acción y la inversión hacia la adaptación a los cambios ambientales proyectados, aprovechando soluciones basadas en la naturaleza.
Cumplimiento de las obligaciones legales: promover la adopción de disposiciones en la legislación nacional que permitan la rendición de cuentas y la acción legal, y fortalecer los mecanismos legales y administrativos involucrados en el cumplimiento, incluidos los emprendidos por los países mediterráneos en virtud del Convenio de Barcelona y sus Protocolos.