En la cumbre intersessional de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC), realizada en la ciudad de Bonn, Alemania, algunos países quisieron desestimar las conclusiones científicas sobre el cambio climático. (Por: Pilar Assefh, LatinClima)
La ciencia ufe una de las protagonistas indiscutibles de la cumbre interssesional de la Convención MArcos de las Naciones Unidas sobre el Camibo Climático, pues a pesar de haber participado en la elaboración del resumen para tomadores de decisiones del Reporte Especial 1.5 del Panel Intergubernamental del Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés) en 2018, en las últimas dos semanas Arabia Saudita e Irán intentaron socavar sus conclusiones y bloquear las discusiones sobre lo que significa para la toma de decisiones a nivel nacional.
Si bien no lograron lo primero, el tiempo que se perdió destruyó lo que podría haber sido una conversación útil sobre construcción de capacidades. Y lo que es aún más dañino: este es un debate que no continuará en próximos encuentros, ni siquiera en la 25° Conferencia de las Partes (COP25) de la CMNUCC, que tendrá lugar en Santiago, Chile, en diciembre de este año.
¿La razón? Al comienzo de este encuentro, las delegaciones hicieron un “acuerdo entre caballeros” (demodé, como suena) que las comprometió a resolver este tema antes de abandonar Bonn. Las reuniones se extendieron, fue necesario agregar más sesiones y casi todos los bloques de negociación presentes (incluyendo ABU, AILAC y AOSIS) levantaron la voz para pedir más tiempo y que se rompiera con el acuerdo en cuestión. Sin embargo, nada logró mover a Arabia Saudita, el más vocal dentro de la sala, de su posición.
Es importante notar esta oposición de los países, especialmente los más vulnerables. Ello impidió que la embestida saudita lograse erosionar la importancia del rol que la ciencia posee en informar ambición y fortalecer los planes de acción climática nacionales.
Al final del día, sin embargo, el ida y vuelta de esta negociación la llevaron al único lugar al que podía arribar: un texto débil, meramente descriptivo, que no permite que la conversación continúe más allá de Bonn. De todos modos, el mensaje durante el plenario de cierre fue alto y claro. Lo dijeron jefes de delegación, algunos lo lucieron con remeras, lo repitieron miembros de la sociedad civil e incluso lo cantaron representantes de la juventud presentes en la sala: “la ciencia no es negociable”.
Inacción de países desarrollados al descubierto
Con el cierre de la cumbre, una premisa quedó clara también: es hora de que los países desarrollados asuman sus responsabilidades frente a la crisis climática y cumplan los compromisos que asumieron al adoptar el Acuerdo de París. Como se diría en inglés, "the pressure is on".
Las últimas dos semanas dejaron en evidencia, más que nunca, que los países más vulnerables son los que están liderando la carrera para fortalecer sus planes de acción climática hacia 2020. Es más: 30 de ellos manifestaron públicamente este deseo a través de la iniciativa #StepUp2020, un esfuerzo conjunto de CAN, WWF, Greenpeace y World Resources Institute.
Lo mismo no puede decirse de los países desarrollados, cuyos líderes se reúnen hoy en Osaka, Japón, para el encuentro anual del G20. El lenguaje utilizado en el communiqué que se filtró días atrás no refleja la urgencia de la crisis climática en la que nos encontramos ni conduce a la mejora en la ambición que se necesita para enfrentarla eficazmente.
Esta falta de compromiso también pudo verse en los pasillos de Bonn, donde las delegaciones de estos países, en general, permanecieron en silencio o fueron poco constructivas en conversaciones cruciales. Si bien solo Arabia Saudita, Brasil y Australia bloquearon activamente el progreso de las negociaciones, en este punto, toda acción o inacción es una elección.
“Mientras que alrededor de 30 países en vías de desarrollo anunciaron en Bonn que mejorarían sus planes climáticos nacionales, ahora, más que nunca, los grandes emisores deben seguir su ejemplo. Seguimos reiterando el mismo mensaje a los tomadores de decisiones: presten atención a nuestra advertencia antes de que sea demasiad tarde. Los líderes gubernamentales deben dar un paso adelante y proporcionar la acción de emergencia necesaria y dejar de hacer promesas vacías”, enfatizó Sven Harmeling, líder de Política Global en Cambio Climático y Resiliencia de CARE.
La Cumbre de Acción Climática del Secretario General de las Naciones Unidas (UNSG, por sus siglas en inglés), en septiembre, es una oportunidad para que los gobiernos reconecten con la realidad y se pongan a la altura de las circunstancias. La Ley de Cero Emisiones Netas sancionada ayer en el Reino Unido y el compromiso asumido por el gobierno entrante de Dinamarca de introducir un objetivo vinculante de descarbonización y reforzar su meta 2030 de reducir sus emisiones en 70% por debajo del nivel de 1990 (la actual es de 40%), son pasos en la dirección correcta. Debería verse más de eso.
En palabras de Jennifer Tollmann, Policy Advisor de E3G: “un fuerte liderazgo económico es el ingrediente que continúa faltando tanto dentro como fuera de los pasillos de las negociaciones climáticas de Bonn. Más allá de las buenas noticias procedentes del Reino Unido y Dinamarca esta semana, la falta de voluntad política de la mayoría del G20 sigue siendo la real incómoda verdad. Los jefes de Estado tendrán que intensificar la acción en la cumbre del UNSG y más allá, para demostrar que se están tomando en serio la crisis climática. Y eso incluye otorgar a los negociadores mandatos que les permitan lograr algo más que un progreso incremental, en el mejor de los casos”.