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Países de América Latina como México, Guyana, Brasil, Perú y Colombia son los que más han aprovechado los recursos del mecanismo REDD+, para mitigación del cambio climático. Así lo percibe Gabriel lababate, coordinador de ONU-REDD en la región. (Entrevista de Katiana Murillo, Latin Clima)

 

América Latina pierde cada año 2,18 millones de hectáreas de bosques, con importantes consecuencias ambientales y sociales.

Según datos del Programa ONU-REDD, se estima que 1,6 mil millones de personas en todo el mundo dependen de los bosques para su subsistencia así como para la generación de empleo e ingresos, y se necesitan entre 70 mil millones y 160 mil millones de dólares estadounidenses anuales para gestionar los bosques de forma sostenible.

REDD+, un mecanismo de mitigación del cambio climático desarrollado bajo la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, busca que los países en desarrollo reduzcan las emisiones e inviertan en alternativas económicas de baja emisión de carbono, como es el caso del fortalecimiento de la capacidad de gestión forestal comunitaria o la puesta en valor de los servicios ambientales de los bosques.

Sobre los principales logros y desafíos para América Latina en este tema, LatinClima conversó con Gabriel Labbate, Oficial Superior de ONU Medio Ambiente y coordinador de ONU-REDD en América Latina.

Para Labbate, uno de los mayores retos que tiene la región es escalar las experiencias piloto que ya existen y han probado ser exitosas, con el fin de abarcar una mayor extensión de territorio regional y lograr un mayor impacto. También, desarrollar iniciativas que fortalezcan tanto la reducción de emisiones como los retos de adaptación al cambio climático a nivel local y donde todos los sectores, no solo los gobiernos, están llamados a actuar.

¿Es la deforestación y la degradación de tierras en América Latina un obstáculo para que la región pueda cumplir con el  Acuerdo de París?

El uso del suelo no es un obstáculo para cumplir con las metas acordadas en París, lo vemos como una oportunidad para cumplir con buena parte de esas metas a un costo razonable para los países y con una serie de beneficios colaterales, tanto sociales como ambientales. El cambio de uso del suelo, dependiendo de la línea de base con la que se compare, está entre el 10% y el 17% de las emisiones totales. Es significativo.

Lo más importante para nosotros, tan importante como el poder cumplir las metas de cambio climático, es dar una solución a las emisiones por cambio de uso del suelo, lo cual requiere también atender una serie de problemas sociales, principalmente pobreza.

El tema de REDD hay colegas que lo entienden como una gestión forestal sostenible; otros, como manejo del mosaico rural de producción y conservación. Nosotros podemos entender las estrategias REDD desde cualquiera de estas visiones.

Al final, lo que queremos ver de las estrategias REDD es reducción en la tasa de pérdida de bosques, la recuperación de áreas boscosas y que esa matriz de producción rural siga produciendo y que lo haga de una manera baja en carbono.

 

¿Ha bajado el nivel de financiamiento disponible para estrategias REDD, por ejemplo cuando tenemos que EE.UU ha anunciado que se saldrá del Acuerdo de París y no está interesado en aportar en temas climáticos?

Hay un buen volumen de financiamiento para actividades REDD pero existe una serie de países que realmente han puesto recursos sustanciales para avanzar, particularmente Alemania, Noruega y el Reino Unido. Brasil tiene un acuerdo con Noruega por mil millones de dólares por reducción de emisiones por deforestación y degradación de bosques.

Colombia firmó un acuerdo de entendimiento con Alemania, el Reino Unido y Noruega por el equivalente a 250 millones de dólares.

No es todo lo que queremos, pero hay ejemplos en los cuales contra propuestas de planes de implementación de nuestros países que tengan apoyo político y metas lo suficientemente ambiciosas, es posible acceder a una buena masa de recursos financieros; no es todo lo que nos gustaría ver, pero es bastante para empezar.

América Latina es la región más dinámica en términos de REDD, es en donde vemos salir un montón de nuevas ideas, experiencias, de dónde aprendemos mucho. Se refleja también en la cantidad de financiamiento que ha sido dirigido a la región. De todos los fondos de REDD+ a nivel global, los países de América Latina y el Caribe recibieron más de la mitad.

Hay tres grandes regiones: América Latina, África y Asia.  La región es un poco complicada para la ayuda al desarrollo, porque tiene muchos países de renta media y África es un país con una pobreza mucho más a lo largo y ancho, y entonces muchas veces la atención se va para África.

Pero para el tema de REDD, por el dinamismo de la región y las ideas que surgen, es una región que ha tenido de vuelta más de la mitad, alrededor de un 56% de los casi mil cien millones de dólares disponibles entre 2008 y 2016 (un total de 1.053 millones de dólares).

 

¿Cuáles países de la región han aprovechado más los fondos disponibles?

Los países que más han aprovechado la existencia de estos recursos han sido Brasil, Colombia, Perú, México y Guyana. El caso de Costa Rica es particular porque es, sin lugar a dudas, junto a Brasil uno los países más avanzados en la región en términos de políticas de conservación de bosques y resultados de estas políticas. Costa Rica, por varias razones, ha recibido proporcionalmente mucho menos.

Este país avanzó mucho de manera muy temprana, como es el caso de las experiencias de Pago por Servicios Ambientales y ahora con su meta de país carbono-neutral, cada cinco años saca una de estas cosas con las que queda adelante con respecto al resto.

Esperaría  ver que en el futuro el país sea reconocido en términos económicos por estos avances.

 

¿Qué define el avance en cada país de la región?

El desafío no es tan técnico, es institucional y descansa en la fortaleza de las instituciones en cada país. Yo tiendo a ver los problemas de cambio de uso del suelo en Honduras y Guatemala, por ejemplo, como una problemática social que tiene un coletazo ambiental y este es la pérdida de bosques y la degradación, pero creo que el enfoque no es solo ambiental; la columna vertebral de esa intervención es cuál es la política de desarrollo rural equitativa. Mi opinión cuando trabajamos en estos países y veo las estrategias REDD, realmente me preocupo de que estén insertadas en el desarrollo de fuentes de trabajo en las áreas rurales, disminución de la pobreza y particularmente educación.

Es una mayor distribución equitativa del ingreso nacional acompañada de una serie de medidas ambientales. Es la llave para estabilizar estas áreas.

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