UXBRIDGE, Canadá, 7 feb (Tierramérica).- En pleno auge, la industria turística mexicana que se extiende a lo largo de la Riviera Maya y de Cancún contamina el mayor sistema de cuevas submarinas del mundo e impacta en el cercano arrecife coralino, denuncia un nuevo estudio.
Productos farmacéuticos, residuos de cocaína, champú, crema dental, pesticidas y desechos químicos que se deslizan desde las carreteras fueron hallados en el inmenso entramado de ríos y acuíferos subterráneos del sur de la ciudad turística de Cancún, ubicada en la costa caribeña del sudoriental estado de Quintana Roo.
“Hay pocas dudas en cuanto a que los contaminantes que detectamos se originen en las actividades humanas a lo largo de la región costera”, dijo Chris Metcalfe, investigador del Instituto para el Agua, el Medio Ambiente y la Salud de la Universidad de las Naciones Unidas.
La revista británica Environmental Pollution publicará el 7 de este mes el estudio de este instituto titulado “Contaminants in the coastal karst aquifer system along the Caribbean coast of the Yucatan Peninsula” (Contaminantes en el sistema acuífero de las cavernas submarinas a lo largo de la costa caribeña de la península de Yucatán).
Letrinas, tanques sépticos, filtraciones en el recorrido de las alcantarillas y canchas de golf son las fuentes más probables de los productos que dañan las aguas subterráneas, dijo Metcalf a Tierramérica.
Esas corrientes transportan buena parte de estos desechos a la zona costera y a la barrera de coral mesoamericana, la segundo mayor del mundo.
La contaminación terrestre es apenas uno de los impactos sobre los arrecifes costeros, señaló Metcalf.
La pesca por encima de los límites establecidos, enfermedades y el cambio climático también han contribuido con una pérdida de hasta 50 por ciento de los corales desde 1990.
“Sin dedicarse seriamente a impedir la contaminación del agua subterránea, el desarrollo turístico matará a la gallina de los huevos de oro”, puntualizó Metcalf.
Es posible que eso ya esté ocurriendo. Algunos buzos han observado una reducción en los arrecifes de la zona, dijo a Tierramérica el experto David Placencia, coordinador del Programa de Monitoreo de Arrecifes del Centro Ecológico Akumal (CEA), una organización no gubernamental de esta localidad, ubicada 100 kilómetros al sur de Cancún.
Los buzos entienden que los arrecifes no se van a regenerar, agregó.
Investigaciones del CEA concluyeron que una especie constructora de arrecifes, la Montastraea annularis, se ha reducido drásticamente. Hace 12 años constituía 45 por ciento de los arrecifes ubicados en torno a Akumal, pero el año pasado disminuyó a menos de nueve por ciento, afirma.
Los nutrientes y contaminantes derivados de las aguas servidas promovieron el crecimiento de algas que asfixian a los corales, explicó Placencia.
En el área no hay tratamiento de esas aguas, así que van directamente a las napas freáticas. “Definitivamente hubo un gran cambio en los arrecifes de aquí”, añadió.
El estado de Quintana Roo es único porque no hay cursos fluviales en la superficie, dado que la región está constituida por piedra caliza muy porosa. Pero bajo la misma corre la mayor red mundial de ríos de este tipo, además de acuíferos y cuevas llamadas cenotes. Buena parte de esta agua dulce fluye a través de la costa y hacia el mar Caribe.
Es probable que todos estos problemas empeoren de cumplirse el pronóstico del exponencial aumento de la población mundial, según el estudio de Metcalf y sus colegas.
Cuando se creó el estado de Quintana Roo en los años 70, la región era pura selva y manglares costeros, con algunas pequeñas aldeas mayas. Entonces la ciudad de Cancún estaba deshabitada, pero ahora residen unas 700.000 personas, recibe entre dos y tres millones de visitantes cada año y el desarrollo turístico de la zona ya se extiende por 130 kilómetros hacia el sur, hasta Tulum.
El estudio de Metcalf tomó muestras de agua subterránea en cinco puntos entre Playa del Carmen y Tulum, lejos de los mayores emprendimientos turísticos.
“Los niveles de contaminantes hallados están por debajo de los que constituyen un peligro para la salud humana”, aclaró. Uno de los motivos de esos registros escasos es el gran volumen y rápido flujo de las aguas bajo tierra.
Sin embargo, como la mayor parte del agua va a la zona costera y a los arrecifes, estas bajas concentraciones de contaminantes se acumulan allí, explicó el investigador.
Al buscar residuos de cafeína, metabolitos de nicotina e ingredientes de productos de aseo personal, el estudio demuestra que los desechos de origen humano se cuelan en el suministro hídrico subterráneo de la región.
Un sitio de pruebas cercano a una pequeña cancha de golf contenía pesticidas y herbicidas utilizados en el cuidado del césped, dijo Metcalf.
También se hallaron productos derivados del petróleo, cuya fuente probablemente sea la principal autopista que atraviesa la región, junto con otras carreteras y estacionamientos de vehículos, agregó.
“Estas conclusiones subrayan claramente la necesidad de contar con sistemas de control que determinen con exactitud de dónde vienen estos contaminantes de acuíferos”, destacó.
“Este estudio es sólido”, aseguró Brigitta van Tussenbroek, del Instituto de Ciencias del Mar y Limnología de la Universidad Nacional Autónoma de México.
Su propia investigación detectó grandes concentraciones de nitrógeno y fósforo procedentes de aguas residuales en la laguna arrecifal de Puerto Morelos y en el sistema lacustre de Nichupté, en Cancún.
Van Tussenbroek declaró a Tierramérica que aprueba las recomendaciones contenidas en el informe de Metcalf sobre la necesidad de construir una infraestructura adecuada para el tratamiento de aguas residuales y poner fin a las inyecciones de desechos tratados en agua salada debajo del acuífero de agua dulce.
Debajo de las canchas de golf y de otras áreas con césped deberían instalarse revestimientos impermeables para evitar las filtraciones de contaminantes, así como canales de drenaje impermeabilizados y revestidos, estanques de retención y sistemas para tratar los desechos, planteó.
“Esos revestimientos se necesitan especialmente bajo los sitios de vertido de desechos domésticos”, apuntó Van Tussenbroek.
Metcalf, a su vez, señaló que es difícil evaluar los controles ambientales o del gobierno local, porque hay pocos datos disponibles. Tampoco está claro hasta qué punto se aplican las normas existentes.
El turismo es fundamental en Quintana Roo, donde normas y regulaciones se ignoran en favor de nuevos proyectos, denunció Placencia.
Aunque es ilegal destruir manglares costeros por su rol clave en el mantenimiento de la salud de los arrecifes, esto ocurre muy a menudo.
Sin buenos mapas de ecosistemas que identifiquen dónde están los manglares, los constructores les pasan con sus aplanadoras por encima y luego argumentan que esa vegetación nunca existió, señaló.
“Y si se los acusa de delitos ambientales, simplemente pagan la multa y siguen construyendo”, añadió Placencia.