Por Chris Hunhe*
Hace un año, en medio de un torbellino de pesimismo, empezaron en Cancún las negociaciones sobre cambio climático en Naciones Unidas. Después de la decepción en Copenhague, parecería indicar que los principios de negociación internacional en sí mismos, estuvieran a prueba.
Las expectativas eran pocas. Pero fuera de toda acrimonia surgió un nuevo consenso. Por primera vez, el mundo acordó mantener un calentamiento global a dos grados por debajo.
Esto es significativo. El mundo no se pone de acuerdo con mucha frecuencia. Si lo hemos hecho, pero solo con unos pocos acuerdos globales “ y solo una organización global. La próxima semana, las Naciones Unidas se reunirán en la próxima ronda de negociaciones en un tratado climático global.
Lamentablemente para muchos países los momentos no pueden ser más difíciles. Europa enfrenta una actual crisis de proporciones constitucionales. Los Estados Unidos están preocupados por los temas laborales y de crecimiento. El Medio Oriente y África del Norte están consumidos por temas de reforma política.
El año pasado, nos enfocamos en mantener las actividades en marcha: mientras sigamos conversando, habrá opciones. Pero el tiempo se está agotando. Como la Agencia Internacional de Energía lo destacó a principios de este mes, el espacio para una acción significativa en materia de cambio climático está ahora calculada en años, mas no décadas. La ciencia nos dice que debemos bajar las emisiones globales en 2020 o de lo contrario, enfrentaremos terribles consecuencias.
En Cancún, empezamos a instalar una infraestructura global para monitorear las emisiones y apoyar a los países en desarrollo a combatir el cambio climático. Pero una pregunta aún más importante quedó sin resolver. Hacia donde van las conversaciones internacionales”
Nos estamos dirigiendo realmente hacia un acuerdo donde los mayores emisores se comprometan y ajusten a las metas de emisiones, o acaso los países voluntariamente están pidiendo oportunidad para tomar acción”
Mi respuesta es simple: es una absoluta necesidad que exista un acuerdo global que cubra todas las mayores economías. Fue lo suficientemente importante para ambos asociados, que estuviera en el Acuerdo de Coalición. El Reino Unido sigue siendo un firme partidario de un acuerdo que vincule jurídicamente bajo el esquema de Naciones Unidas.
Ningún problema global mayor “ bien sea de carrera armamentista o conflictos comerciales “ que alguna vez haya sido resuelto confiando en el poder de promesas políticas.
Dado el clima actual, esto no va a pasar inmediatamente. Durban no va a ser nuestro momento eureka. Pero podemos dar una clara señal de que ese es nuestro objetivo.
Ya existe en vigencia un acuerdo que vincula jurídicamente: el Protocolo de Kioto. En 1997, las 37 economías más grandes “ incluyendo Japón, Rusia, Canadá, Australia y la Unión Europea “ formalmente se comprometieron a reducir las emisiones. La Unión Europea ya ha superado el objetivo de Kioto.
El primer período de compromiso del Protocolo de Kioto termina el próximo año, y Japón, Rusia, Canadá han dicho que no entrarán al segundo.
La Unión Europea, por otra parte, solo quiere eso. Pero si la UE por si misma firma “ sin compromisos comparables por parte de los mayores emisores incluyendo los Estados Unidos, o las mayores economías emergentes tales como China, Brasil e India “ entonces no habremos logrado mucho. La UE responsable solamente del 12% de las emisiones mundiales, sería dejada al margen en un marco global “ sin el resto del globo. Así no funcionarán las cosas.
Necesitamos que las mayores economías se comprometan ahora en un marco legal completo, y concluyan las negociaciones hacia el 2015. Eso no es solo lo que queremos: es lo que la gran mayoría del mundo en desarrollo busca, especialmente pequeñas islas vulnerables y los países más pobres.
Por tal razón, junto con el resto de la UE, he aclarado que estoy empeñado en asegurar un segundo período de compromiso de Kioto. Pero otros se deben comprometer al marco legal global que el mundo necesita. Finalmente, Durban consiste en el movimiento que hacen otros.
Kioto proporciona las bases de las normas que necesitamos para manejar el inestable clima. Si algo hemos aprendido de la crisis financiera es que las reglas claras implementadas adecuadamente pueden prevenir el aumento tóxico del riesgo. Por tal razón Durban no debe ser el fin de Kioto. Más bien, debe ser una muestra de nuestro nuevo compromiso frente a una causa.
Las normas funcionan. Una reciente encuesta de grandes firmas mundiales encontró que el 83% de los líderes empresariales piensan que es necesario convenir acuerdos multilaterales para enfrentar el cambio climático, pero solo un 18% pensó que es posible un acuerdo. Los empresarios quieren certeza; la gente quiere acción concreta. Solo los políticos se quedan rezagados.
Un claro compromiso para suscribir un nuevo acuerdo, dará cierto grado de certeza. Pero también necesitamos acción inmediata.
Los actuales pretextos sobre la mesa no son suficientes. En Durban, debemos estar de acuerdo en cerrar la brecha. Podemos identificar acciones que podemos tomar ahora, y tomar impulso hacia una mayor revisión de intensión. Además podemos construir sobre el sistema que actualmente usamos para medir y verificar la reducción de emisiones.
Debemos hacer más en cuanto al apoyo financiero a largo plazo para países en desarrollo, y establecer el Fondo Verde (Green Fund). También debemos continuar con el trabajo que ya está en marcha para reducir las emisiones generadas por la deforestación.
Nosotros debemos también mostrar liderazgo. El año próximo estaremos ejerciendo presión para un objetivo más ambicioso de emisiones en la Unión Europea: una reducción del 30 por ciento para el 2020. Esto nos ayudará a aumentar nuestra perspectiva global.
Este no será un camino fácil. Pero considero que es la única forma posible de lograr nuestros objetivos. Alguna vez Milton Friedman dijo “nuestra función básica es mantener las buenas ideas con vida hasta que lo políticamente imposible se vuelva políticamente inevitable”. Esta es una buena descripción de la tarea que nos espera en Durban.
* Ministro británico de Energía y Cambio Climático,