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La temprana intervención del territorio y de los ecosistemas de una de las zonas más heterogéneas de Colombia en materia de vegetación empezó a darse con los procesos de colonización que se impulsaron a lo largo de los ríos Magdalena y Cauca. Mapa de vegetación natural muestra la radiografía de esta región, que requiere de la rehabilitación y recuperación de extensos territorios.

 

BOGOTÁ D.C., junio 4 de 2022.- El Caribe colombiano, una de las regiones que históricamente ha sido más transformada, desde la colonización española, pasando por la revolución industrial hacia los años 80, con la introducción de maquinaria y productos químicos para la agricultura; la época de los 90 con el fuerte impacto de cultivos expansivos como el del algodón, hasta la actualidad por influencia de la ganadería, lo que muestra la necesidad de recuperar y rehabilitar extensas porciones del territorio totalmente transformado.

La temprana intervención del territorio y de los ecosistemas de una de las zonas más heterogéneas de Colombia en materia de vegetación empezó a darse con los procesos de colonización que se impulsaron a lo largo de los ríos Magdalena y Cauca.

Así lo reseña el biólogo Jhon Infante, magíster en esta misma disciplina, quien viene trabajando en la elaboración del mapa de vegetación natural de Colombia, un proyecto que dirige el profesor Jesús Orlando Rangel, del Instituto de Ciencias Naturales (ICN) y que se desarrolla con el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible, el Instituto Alexander von Humboldt, el Instituto Amazónico de Investigaciones Científica SINCHI, el Instituto de Investigaciones Ambientales del Pacífico (IIAP) y el Instituto de Estudios Ambientales y Meteorológicos (IDEAM).

Según el magíster en Biología, en la zona del Caribe se identifican alrededor de 60 formaciones o grandes grupos de vegetación a nivel de alianza fitosociológica (155 variedades o tipos de vegetación), desde áreas secas y desérticas, en el departamento de La Guajira, pasando por manglares de las zonas costeras, hasta zonas montañosas en el Cesar, Magdalena, La Guajira y parte de Antioquia.

Esta condición le da una alta heterogeneidad paisajística a dicha región, que se traduce en vegetación de playa y matorrales en las áreas más secas, manglares en las áreas costeras y una variación a medida que se avanza hacia lugares montañosos.

La recopilación de información de esta zona para el mapa de vegetación tiene como insumos iniciales contribuciones de geobotánicos alemanes como Rieger (1976) y los trabajos del grupo Ecoandes liderado por el profesor Thomas van der Hammen en 1977, en lo que se denominó el transecto de la Sierra Nevada de Santa Marta y que se publicó en 1985. Posteriormente el profesor Rangel y los miembros de su grupo de investigación Biodiversidad y Conservación, documentaron extensas zonas del Cesar, Córdoba, Magdalena, Sucre y La Guajira. Con esta numerosa y variada información se generó un protocolo donde figura la tipología de las formaciones vegetales y las áreas en las cuales se les ha registrado en el Caribe colombiano.

Esta región del Norte del país aparece en el mapa distribuida en varias subregiones que abarcan La Guajira, la Serranía del Perijá hasta la parte media del Cesar, la parte baja de la Serranía de San Lucas y el norte de la Cordillera Occidental hasta llegar a la jurisdicción de Turbo, en Antioquia.

El proceso de levantamiento cartográfico de la zona del Caribe ha implicado un proceso de verificación de las distintas formaciones de grupos de vegetación captadas desde las imágenes satelitales, con las cuales se comienza a implementar la metodología de inteligencia artificial desarrollada por el Biólogo M.Sc y Dr (c) de la Universidad Nacional, Larry Niño Arias.

“Por cada una de esas subregiones hacemos el modelamiento con base en esa metodología”, detalla el investigador encargado de mapear la zona Caribe.

“Se trata de un ejercicio interactivo, en el que vamos revisando los resultados obtenidos con base en criterios de expertos y se va ajustando toda la información”, señala el biólogo Infante, quien gracias a su experiencia en caracterización de vegetación en campo y en interpretación de imágenes satelitales logra representar las formaciones vegetales del Caribe.

Para realizar este trabajo cuenta con el apoyo de una ingeniera catastral y otros integrantes del equipo de trabajo que avanza en la primera versión de mapa, el cual está en su fase de ajustes. “La idea es tener una versión más robusta en la primera semana de junio y comenzar la segunda fase, que consiste en unir todo el esquema completo de las demás regiones”, menciona el magíster en Biología de la UNAL.

De cactus, chaparros y otras especies

El Caribe se diferencian tres sectores principales, las planicies, las zonas montañosas y un componente importante de humedales, tales como la Ciénaga Grande de Lorica, La Mojana, la ciénaga de Zapatosa y la ciénaga Grande de Santa Marta, que figuran entre las áreas que históricamente han sido más transformadas.

En ese sentido, el investigador indica que la historia de transformación de las planicies del Caribe hace complejo llegar a una conclusión sobre las causas de este proceso, aunque sostiene que entre estas podría figurar la distribución inequitativa desde épocas de la colonia, el posterior acaparamiento de tierras y los desarrollos agroindustriales sin control estatal.

De norte a sur, la región desértica del Caribe, especialmente La Guajira, muestra a los arbustales dominados por elementos como “el chaparro y el trupillo” y los cardonales dominados por especies de cactus (Stenocereus, Hylocereus). Otro elemento muy abundante que se muestra en el mapa de vegetación es “el cañaguate o polvillo” (Handrohantus).

Ya en las planicies, una especie fundamental es el árbol conocido comúnmente como “caracolí” (Anacardium excelsum), el cual aparece a lo largo de los cuerpos de agua y en zonas húmedas, en estribaciones de las cordilleras Central y Occidental, en particular en las áreas de bosques de los Montes de María.

Los bosques relictuales identificados alrededor de las ciénagas se componen de robles y otras especies como “guayacán” y “flor morado”, junto con “pimientillo” (Phyllanthus) y especies muy típicas (“campano o samán”) alrededor de las ciénagas de La Mojana y Zapatosa.

En la Sierra Nevada de Santa Marta también se identificaron dos vertientes de formaciones: una más húmeda, hacia el Norte, donde domina el “caracolí” y en las zonas secas, donde una de las especies dominantes es la del guayacán o polvillo.

En la parte media de la montaña comienzan, por ejemplo, en la Serranía de Perijá, dominan los bosques con Bilia rosea (“cariseco”) y especies de Prunus (“capulí”).

En las zonas de páramo de la Sierra Nevada de Santa Marta, dominan los pastizales (especies de Calamagrostis o “paja de páramo”) y los frailejonales arborescentes con especies de Libanothamnus. En la Serranía de Perijá son muy comunes los extensos frailejonales con Espeletia perijaensis.

Para el biólogo de la UNAL, el mapa en construcción representa un instrumento muy importante para identificar los tipos de vegetación natural que tenemos, conocer la cobertura o cubrimiento en superficie de los bosques y los diferentes tipos de bosque y su historia. “Podemos definir qué tan importantes son y la conveniencia de transformarlos o de conservarlos, nos permitiría priorizar sobre lo que debemos considerar”, agrega.

De igual manera, destaca que con el mapa se podrá precisar cómo restaurar y tener una idea clara sobre cuál sería el ecosistema al que queremos llegar en términos de restauración ecológica, para recuperar la vegetación nativa.

“Conocer los tipos de vegetación en cada región también nos permite tomar decisiones en términos de afectación por el cambio climático, para establecer qué especies se adaptarían mejor y tener diseños de restauración y recuperación más precisos, frente a posibles cambios que se podrían presentar en zonas más áridas o en las húmedas”.

En su concepto, es mapa de vegetación natural es, además, un insumo para discusiones académicas y técnicas al determinar cómo actuar frente a situaciones por la pérdida de biodiversidad y lo que se viene con el calentamiento global.

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