Dietas a base de leguminosas, tubérculos, cereales integrales, frutas, alimentos poco procesados y consumo moderado de carne de origen animal, contribuirían a reducir la emisión de gases de efecto invernadero y del uso del suelo, según lo plantea nutricionista de la Universidad Nacional.
BOGOTÁ D.C.- Una dieta sostenible que hace referencia a su bajo impacto ambiental aportaría a la seguridad alimentaria y nutricional, y a la vida sana de las generaciones presentes y futuras, advierteAndrea Arango, nutricionista y dietista de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL), doctorante en Ciencias y Nutrición Poblacional, para quien la producción de carne de origen animal, en particular las rojas, es uno de los principales causantes del aumento de gases de efecto invernadero, pues generan el 19 % de las emisiones, en tanto que para la producción ganadera se usa el 70 % del suelo.
Según informa la Agencia de Noticias de la UNAL, la producción de ganado ha aumentado de 4 a 5 veces, pasando de 71 millones de toneladas a 318 millones en el 2014, y se estima que esto seguirá creciendo hasta el 2050, hasta llegar a las 455 millones de toneladas. En este aspecto, la nutricionista advierte que el consumo excesivo de este tipo de carne puede llegar a producir enfermedades crónicas como algunos tipos de cáncer, enfermedades cardiovasculares, diabetes tipo 2, y ganancia de peso, que afecta no solo la parte ambiental sino también la salud humana.
Dentro de los determinantes del cambio climático están los antropogénicos o de influencia humana, entre ellos, los relacionados con las emisiones de gases con efecto invernadero -como gas metano, vapor de agua, óxido nitroso, gases florados y dióxido de carbono- los cuales son mayores cuando el alimento es de origen animal.
“Entre los gases más perjudiciales está el dióxido de carbono, que se produce más por la quema de combustibles fósiles y deforestación, y el gas metano, que se relaciona con la fermentación entérica de los rumiantes, es decir con el proceso digestivo de esta especie, por eso surge la necesidad de ser más conscientes del consumo de estos alimentos y que se requieren acciones individuales pero también colectivas”, subraya la nutricionista.
La carne vacuna produce al menos 295 kilogramos de dióxido de carbono por kilogramo de proteína, mientras que en otras carnes, como el pollo, la producción es menor. Además, por un kilogramo de consumo de energía para la producción de carne de rumiante, como la de res, se usan casi 7.000 litros de agua, mientras que con la carne de cerdo se usan 2.182 litros, y en carne de pollo 1.773. Sin embargo, lo recomendable es reducir la porción de alimentación de toda carne de origen animal.
Alternativa urgente
Según la investigadora, algunas de las dietas que se han relacionado con la disminución de gases de efecto invernadero son las dietas veganas, seguidas de las vegetarianas o la mediterránea, que además muestran una reducción en el uso del suelo.
“Estas dietas están basadas en leguminosas, tubérculos y cereales integrales, frutas y verduras (al menos 400 gramos al día). También por un consumo de carne en cantidades moderadas y pescado producido de forma sostenible; consumo moderado de productos lácteos o alternativas (sustituto de leche enriquecida y otros alimentos ricos en calcio y nutrientes). En estas dietas es importante limitar el consumo de sal y de azúcar a menos de 5 gramos al día, y de alimentos con alto contenido de grasas, azúcares o sal, y consumir agua simple en vez de bebidas azucaradas o refrescos.
La especialista también advierte que estos cambios por opciones más saludables deben reemplazar a los alimentos procesados y ultraprocesados como panes refinados, chocolates, fideos y sopas instantáneas, nuggets y embutidos, gaseosas, alimentos hechos en su mayoría de azúcar, entre otros, y que contienen aditivos como saborizantes, colorantes, conservantes y edulcorantes, pues pasan por procesos industriales más complejos y son los principales responsables de la obesidad y de enfermedades no transmisibles en la población mundial.