El inconfundible olor a ceviche de camarones, hizo del stand más visitado, o mejor, el más saboreado de los productos llevados esta año a Expomares, en el Centro de Convenciones Gonzalo Jiménez de Quesada, en Bogotá. Estudiantes del Servicio Nacional de Aprendizaje, SENA, todos vestidos de blanco como corresponde a unos buenos cheffs, fueron los encargados de ofrecer la degustación del ceviche, y de un plato que fue la innovación: chorizos de pescado.
A la gigantesca bandeja de humeante chorizo de pescado se iba acercando el público visitante hasta formar una fila de ansiosos catadores del plato traído desde Buenaventura y que los anfitriones servían sobre galleticas de soda y acompañado de salsa rosada. Más de uno volvió a meterse en la “cola” para saborear los chorizos.
El creador de este producto es Carlos Arturo Gómez, un tecnólogo en alimentos, egresado de la Universidad del Valle, quien durante 16 años trabajó en una empresa pesquera de Buenaventura. Fue allí donde hace aproximadamente dos años nació su inquietud por hacer chorizos de pescado. Empezó probando varias fórmulas con la ayuda de Jorge Herrán, un amigo especializado en tecnología pesquera, con la asesoría de una empresa de condimentos y con cursos adicionales tomados en el Sena. Su primera producción fue elaborada de una manera muy artesanal, en su casa, con un molino de maíz, embutiendo a mano los ingredientes. Sus hijos, Luisa, de 14 años, y Andrés, de siete, fueron los primeros degustadores de su producto, que inicialmente les vendía a sus amigos más cercanos.
“Ricuras del Mar Pacífico”
Además de chorizos, Gonzalo se dio a la tarea de preparar lo que él llama hamburguesas y butifarras de mar. Son todos productos elaborados a base de peces marlín y dorado, que consigue con los pescadores artesanales o en las pesqueras del puerto. Un crédito bancario le ha permitido expandir su pequeño negocio. Ya cuenta con molino industrial, con una nevera y con la estufa para ahumar los embutidos, luego de haberlos molido y condimentado. La etapa final de producción es la de empacado al vacío. Luego viene la distribución, que poco a poco ha ido creciendo.
La fama de sus chorizos, hamburguesas y butifarras de mar fue lo que lo motivó a llevar hasta la capital del país una muestra de sus productos. Carlos Arturo cree que ha llegado el momento de dar otro gran salto en su negocio y por eso está en la búsqueda de mercados nacionales. Y es que a su producción él le agrega otras bondades para seducir a sus clientes: “es un producto muy bajo en grasa y con un alto nivel de nutrición”, dice, mientras suelta una frase en la que ha estado pensando para promocionar su microempresa: “Ricuras del Mar Pacífico”.
Entre tanto, la lista de clientes amigos en Buenaventura, Cali y a Armenia, su ciudad natal, sigue creciendo. Hasta hace unas pocas semanas, la microempresa Pez Amar, como la bautizó su fundador, estaba despachando alrededor de mil bandejas de chorizos de pescado semanalmente. Hoy, Carlos Arturo, siente la satisfacción de ver uno de sus sueños realizado: el de tener su propia empresa.