Bogotá, Septiembre 28 de 2011 (Unimedios).- Gracias al trabajo realizado por los cirujanos de la Clínica de Pequeños Animales de la UN, una cachorra de 2 meses, hoy puede llevar una vida normal tras padecer hidrocefalia.
La enfermedad, poco común en los caninos, es el impedimento para drenar los líquidos craneanos (cefalorraquídeos), encargados, entre otros aspectos, de amortiguar el cerebro y el transporte de moléculas.
Como consecuencia, y debido a la presión que ejerce el líquido sobre el tejido craneano, se presenta un crecimiento inadecuado de la estructura cerebral y deficiencias cognitivas en los pacientes. “Son casos poco frecuentes, tal vez porque los cachorros mueren tempranamente o porque son llevados a la eutanasia antes que a una clínica”, explicó el médico veterinario Piero Vargas, director de la clínica.
Para dar solución al problema, la Universidad Nacional de Colombia realizó por primera vez la operación. “El procedimiento fue una derivación ventrículo peritoneal, que consiste en la implantación de un tubo que permite el drenaje del líquido cefalorraquídeo desde el cráneo hasta el abdomen”, explicó el director, quien aseguró que dos meses después de la intervención el cachorro lleva una vida normal.
Técnica innovadora
El equipo médico encargado de la cirugía estuvo conformado por los doctores José Luis Granados, Camilo Padilla, Henry Meneses y Piero Vargas, quienes con un diagnóstico oportuno y una intervención apropiada consiguieron ejecutar exitosamente el procedimiento. “El diagnóstico se realizó basados en aspectos clínicos de radiografía y ultrasonografía, y el procedimiento quirúrgico fue llevado a cabo con materiales de la clínica y con la colaboración del Hospital San Ignacio”, explicó Vargas.
“Para la cirugía se tiene que depilar el animal en su totalidad en la parte superior. Se realizan tres incisiones, la primera a nivel del cráneo para visualizar los huesos y hacer una perforación. Con una sonda se introduce el tubo hasta el ventrículo lateral y posteriormente el tubo se pasa de forma subcutánea hasta una segunda incisión en el cuello. En esta se expone el extremo del tubo y se empata con uno más largo que también va por debajo de la piel hasta el abdomen y en ese punto se realiza una disección (corte) de los músculos y se introduce el extremo del tubo largo a la cavidad abdominal”, detalló el cirujano José Luis Granados.
Con este resultado y la implementación de la técnica, que dura 30 minutos y una recuperación de una semana, los médicos de la Clínica de Pequeños Animales de la UN esperan continuar salvando la vida de cachorros que padecen la enfermedad.