Una nueva búsqueda de esta especie empleando el ADN ambiental o metabarcoding muestra que este pez sí está “posiblemente extinto”. No obstante, siguen estudios históricos mediante la revisión de archivos que datan de la época de la Colonia y otros contemporáneos. Instituto Humboldt entrega resultados de esta investigación.
BOGOTÁ D.C.- El pez graso, una especie de la que se tiene registros desde 1942, cuando el inglés Cecil Miles, realizaba estudios en el Lago de Tota y recolectó algunos ejemplares, cuya especie -nueva para la ciencia- fue descrita como Rhizosomichthys totae (pez graso o runcho), considerándose endémica de este Lago y pariente taxonómico del pez “capitán de la Sabana” (Eremophilus mutisii).
Según lo recuerda en Instituto Humboldt, años después, en 1957, se avistó el último ejemplar en su entorno natural, el cual fue recolectado por el zoólogo y herpetólogo Federico Medem. Es así como, en Colombia solo se tienen conservados cuatro de estos individuos. En el Instituto de Ciencias Naturales (ICN) de la Universidad Nacional, en Bogotá, reposan tres especímenes: dos de los colectados por Cecil Miles, esto es, el holotipo (primer ejemplar sobre el cual se basa su descripción como especie) y la cabeza de un segundo ejemplar; mientras que el tercero es un pez que fue recolectado por Federico Medem.
Un cuarto espécimen está conservado en las colecciones biológicas del Instituto Humboldt, en Villa de Leyva, el cual fue recolectado por Jorge Ubidia, un acuicultor que trabajaba con Cecil Miles en 1942.
“Entre las hipótesis que se han planteado para la desaparición de esta especie en el Lago de Tota está el efecto sinérgico de varios factores: la introducción de la trucha (Oncorhynchus mykiss), potencial depredador del pez graso; un posible terremoto ocurrido entre 1925 y 1940, una disminución muy importante del oxígeno en el Lago (lo cual habría generado una mortandad masiva de peces); la competencia con el capitán de la Sabana y la reducción del nivel del lago, entre otras razones”, explica Carlos A. Lasso, investigador del Instituto Humboldt y coordinador del proyecto de búsqueda del pez graso.
Al este pez se le ha buscado durante dos décadas: en 1984 se realizó una expedición por parte del Instituto Colombiano de Hidrología, Meteorología y Adecuación de Tierras y en 1999-2001 se llevó a cabo una segunda búsqueda por parte del ICN y por Corpoboyacá.
También “hay pescadores artesanales que manifiestan haberlo capturado en sus redes, pero no se tienen evidencias. Es posible que lo confundan con el capitán de la Sabana porque son especies muy similares”, cuenta Danilo Antonio Moreno, ingeniero agroforestal, funcionario de Corpoboyacá.
En las búsquedas se han usado diferentes tipos de tecnologías y estrategias: líneas de anzuelos, trampas con carnada, colectas manuales, pescas nocturnas, inmersiones subacuáticas (buceo), pesca de profundidad con redes de arrastre y hasta se incentivó su búsqueda con los pescadores mediante recompensa; pero en ningún caso hubo resultados. Por esto, era necesaria una aproximación metodológica diferente para otra exploración.
En 2023, organizaciones nacionales e internacionales y expertos se unieron en esta nueva búsqueda empleando el ADN ambiental o metabarcoding. El proyecto fue coordinado por Carlos A. Lasso, investigador del Instituto Humboldt, con el apoyo de la Fundación Isla de Agua y la asesoría científica de la bióloga Susana Caballero (quien secuenció las muestras de ADN de los peces y analizó con Carlos A. Lasso los resultados del metabarcoding).
Shoal Conservation y Re:wild proporcionaron recursos de financiación a través del programa Search for Lost Fishes y el apoyo logístico de
.Los resultados del metabarcoding
Los esfuerzos de muestreo (2023-2024) incluyeron cinco salidas de campo y 21 muestreos de ADN ambiental en varios puntos de la cubeta del Lago y a diferentes perfiles de profundidad (fondo, parte media, parte superficial y zonas litorales), afluentes (2) y efluentes (2) y una laguna glacial conectada con el Lago de Tota.
La nueva tecnología empleada, es decir, el metabarcoding, permitió buscar trazas del material genético de los animales que tienen contacto con el agua. El pez graso, en caso de estar todavía en el lago, debería liberar ADN al entorno a través de la piel, mucus, secreciones, orina y heces.
Al respecto, la profesora Susana Caballero, especialista en el uso de la genética para la conservación de especies silvestres, explica que el metabarcoding les ayudó a extraer ADN del medio, secuenciarlo y determinar qué especies habitan en el Lago de Tota, identificándolas a partir de pequeños fragmentos de su material genético.
“En el caso del pez graso hay un mayor nivel de dificultad para su posible identificación, considerando que no existen registros genéticos, es decir, secuencias de ADN que permitan realizar una identificación certera comparativa, ya que los especímenes que se encuentran en los museos han sido preservados en formalina, la cual daña el material genético. Por esta razón, su identificación se hace descartando la similaridad de las secuencias obtenidas, comparando con ADN de las especies de peces conocidas en el Lago”, explica la experta.
Los resultados mostraron que solo se registró ADN ambiental en 16 localidades (puntos) del Lago de Tota correspondientes a estas especies: la trucha (Oncorhynchus mykiss), que es exótica, el capitán de la Sabana (Eremophilus mutisii) y la guapucha (Grundulus bogotensis), que son especies introducidas (trasplantadas) al Lago.
En los afluentes, incluyendo una laguna glacial, solo se colectó ADN de la trucha y otra especie identificada como Eremophilus sp., que no es una especie hermana del capitán (Eremophilus mutisii), sino probablemente la otra especie de capitanejo (Trichomycterus cf bogotensis), de acuerdo con los estudios genéticos en curso. Esto significa que no se detectaron rastros de ADN ambiental que pudieran corresponder al pez graso.
El pez graso ya había sido considerado “Extinto” en el 2012, en el Libro Rojo de Peces de Agua Dulce de Colombia; pero, posteriormente, en el 2016, por la falta de evidencia, fue reclasificado en “Peligro Crítico, pero posiblemente extinto” por científicos colombianos y la Unión para la Conservación de la Naturaleza (UICN).
Modificar esta última declaratoria corresponde a la UICN luego de la evidencia científica que la sustente y se haría con base en la información que se le entregue por parte del equipo de búsqueda del pez graso. No obstante, como explica Carlos A. Lasso, las investigaciones aún continúan, pues en este momento se está llevando a cabo una investigación de tipo histórico, es decir, la revisión de archivos que datan de la época de la Colonia y otros contemporáneos, diarios y correspondencia de Cecil Miles; entre otros.
Este análisis se está realizando en conjunto con el historiador Daniel Gutiérrez Ardila de la Universidad del Externado y tiene como objetivo averiguar cómo fue el proceso de descripción de la especie en 1942 y determinar si realmente provenía o no del Lago de Tota.
Adicionalmente, un equipo de expertos internacionales está intentando obtener ADN a partir de muestras de formalina de especímenes que están en colecciones de museos de Estados Unidos, lo cual permitiría una comparación para lograr una identificación más certera. Siendo así y, según los resultados obtenidos del metabarcoding en 2024 y el estudio histórico en el que aún trabajan los expertos, el pez graso sí está “posiblemente extinto”, advierte el equipo investigador del Humboldt.