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La actividad humana, en especial, la agroindustria y las economías extractivas, han acelerado la transformación de los ecosistemas de la Orinoquia colombiana. Hoy, 491 especies de fauna y flora presentes en este territorio se encuentran en alguna categoría de amenaza, según el último reporte Bio del instituto Humboldt. Esta región, particularmente hídrica y que presenta la mayor diversidad de peces y una alta variedad de aves, requiere un trabajo conjunto de comunidades y gobierno para armonizar desarrollo y sostenibilidad.

BOGOTÁ D.C.- Durante las últimas cuatro décadas, la huella espacial humana (magnitud de la influencia acumulada de las actividades humanas sobre los paisajes y ecosistemas) en la Orinoquia ha experimentado un incremento del 35 %, que podría ascender a un 6 % más en los próximos diez años, debido en particular al aumento de la densidad poblacional humana, impulsada por la intensificación en el uso del suelo.

Así lo muestra el más reciente reporte Bio del Instituto Humboldt, el cual ofrece una mirada a algunos de los factores de transformación que amenazan la biodiversidad de la Orinoquia, tales como la expansión de la frontera agrícola, la ganadería, la huella espacial humana y el atropellamiento de fauna, además de abrir un espacio para conocer a los actores que han trabajado en el territorio y que ofrecen alternativas basadas en modelos sostenibles y climáticamente inteligentes.

La biodiversidad alimentaria, la huella espacial humana, los efectos de la agroindustria, el mercado de peces ornamentales, el consumo de hormigas culonas, así como el rol de la sociedad civil en procesos de conservación, son algunos de los temas que aborda el reporte Bio, presentado oficialmente el pasado lunes por el Instituto  Humboldt en la biblioteca de la Universidad Jorge Tadeo Lozano, donde el profesor Germán Ignacio Andrade, coeditor de la publicación, se refirió a la extensión y complejidad de esta región del país que tiene la gran selva de transición hacia la Amazonia.“Este Reporte Bio es fundamental para entender que esta es una región anfibia, que la huella espacial humana ha sido intensa en las últimas tres décadas; pero también nos permite identificar las estrategias de conservación que se han desarrollado desde la sociedad civil y desde Parques Nacionales Naturales”, señala Hernando García Martínez, Director general del Instituto Humboldt.

Según los registros biológicos, el Reporte Bio señala que, en la actualidad, se evidencian 23.487 especies de fauna y flora para la región, las cuales representan el 29 % del total de especies observadas en Colombia. Actualmente, de este total de especies, 491 se encuentran en alguna categoría de amenaza, cifra que corresponde al 23 % del total de especies amenazadas en el país. Al respecto, se destacan las aves, dado que la región se caracteriza por su alta diversidad, con 761 especies registradas, equivalentes a un 38 % de la avifauna nacional.

Esta gran cantidad de especies representa un potencial para el desarrollo del sector de turismo de observación de aves o “aviturismo”. En cuanto a los retos que enfrentan las especies, el atropellamiento es uno de los temas a poner sobre la mesa. Aproximadamente 6.153 km (8 %) de las carreteras de la Orinoquia tienen probabilidad alta o muy alta de atropellamiento de fauna. La clase más reportada en eventos de atropellamiento es la de mamíferos, principalmente la zarigüeya (Didelphis marsupialis), con 11,94 % de los registros; el mielero (Tamandua mexicana), con 8,69 %; y el zorro cangrejero (Cerdocyon thous), con 7,74 %.

En lo que a ecosistemas se refiere, el profesor Andrade, asesor científico del Instituto Humboldt, menciona que “la conformación ecosistémica de la Orinoquia es sobresaliente, pues posee una extensión importante de glaciares tropicales (4,9 km cuadrados), páramos, bosques montanos y humedales continentales, así como la mayor extensión de sabanas naturales del país.

Frente a la huella espacial humana, el Reporte Bio muestra, además, que Vichada es uno de los departamentos que muestra la mayor susceptibilidad a la expansión de la huella humana durante el periodo 2019-2030, evidenciando una significativa transformación del paisaje.

Otro de los desafíos que enfrenta la región es la expansión agroindustrial, ya que en las últimas dos décadas, la frontera agrícola de la Orinoquia se ha expandido de 1000 km² a 8000 km² de área cultivada, y se espera que la demanda hídrica de la agricultura se duplique para el 2040, debido al aumento en las áreas de cultivo.

La superficie cultivada con arroz en la Orinoquia se incrementó un 66 % en el último decenio y más del 20 % del hato ganadero nacional está hoy presente en esta zona. Adicionalmente, los paisajes de sabana inundable y de altillanura se han transformado en superficies de uso agropecuario (ganadería y cultivos transitorios como arroz). Se espera que esta tendencia se intensifique para 2030, con una mayor presión sobre las áreas prístinas o con coberturas naturales.

Positivamente, el Reporte Bio destaca que el Vichada es una región con gran potencial para el cultivo del marañón con alrededor de 4.300 ha sembradas (54 % del total nacional), siendo el principal productor en el país. En este departamento, el cultivo de dicha especie puede tener rendimientos de hasta 1.000 kg/ha gracias al uso de clones, sobrepasando no solo a otros departamentos (aprox. 300kg/ha), sino también a reconocidos países productores como Brasil (726 kg/ha) o Vietnam (886 kg/ha). Al durar en producción más de veinte años, el marañón es un forestal con buena captación de carbono que ayuda a preservar la biodiversidad y a disminuir las quemas de las sabanas y su deforestación.

El Reporte también documenta el consumo de hormigas culonas en la Orinoquia, donde campesinos, indígenas y otros habitantes participan anualmente en la colecta y transformación para su consumo mediante procesos artesanales. En ganado, las razas criollas como el Sanmartinero y el Casanare tienen características únicas como la gran eficiencia reproductiva, poca pérdida de peso corporal y alta resistencia a enfermedades. Esto las hace ideales para zonas que requieren un mayor nivel de conservación, lo cual no se puede lograr con hatos ganaderos compuestos por razas foráneas y/o comerciales.

La Orinoquia colombiana es una de las regiones con mayor diversidad de peces en Colombia, con 767 especies registradas. Asimismo, aporta la mayor riqueza al mercado ornamental (323 especies) y ofrece un gran potencial económico, ya que las comunidades, además de extraer individuos silvestres, a futuro podrían incorporar el cultivo de especies de interés como actividad productiva.

El recurso hídrico es otro potencial de la región. Se estima que el 35 % de la cuenca del río Orinoco se encuentra en territorio colombiano. Esta cuenca representa cerca del 26 % de la disponibilidad hídrica del país, con estimados del 48 % de los humedales continentales y el 41 % de las reservas hídricas subterráneas del país.

“La Orinoquia es, en extensión, la tercera cuenca internacional más importante de Sudamérica, después de la del río Amazonas y el río de La Plata. El río Orinoco es, además, el tercer más caudaloso del mundo. Si bien nace en Venezuela, crece en Colombia; la magnitud del río depende, en gran medida, de los principales afluentes que discurren desde Colombia, como son el río Guaviare, Vichada, Meta, Casanare y Arauca”, explica el profesor Andrade.

No obstante, pese a que esta región tiene una gran riqueza hídrica, la transformación de sus ecosistemas por deforestación, agroindustria, ganadería extensiva, infraestructura vial y urbana, extracción de minerales y déficit de sistemas de tratamiento de agua, genera impactos negativos sobre el agua, tales como la desconexión de hábitats, la liberación de contaminantes a la atmósfera, y la pérdida de navegabilidad y de control de inundaciones.

Debido a su riqueza y heterogeneidad, los ecosistemas de la Orinoquia se han convertido en espacios sumamente importantes para la conservación de la biodiversidad del país y requieren una mirada integral que permita el desarrollo sostenible y englobe distintas estrategias. Para personas vinculadas directamente a la región, como Lourdes Peñuela, de la Fundación Horizonte Verde, y Paola Campo, de la Reserva Yurumí, la Orinoquia es amplia, pero frágil y como tal se requiere trabajar conjuntamente con los organismos estatales para que el crecimiento de actividades como la ganadería, el cultivo de palma africana y proyectos agroindustriales propicien un desarrollo sostenible. 

Por ese motivo, las propuestas para el desarrollo de la Orinoquia no pueden basarse en el mito de que los recursos naturales de la región son enormes o inagotables, ignorando elementos vitales como la alta dependencia del agua, cuya disponibilidad es estacional y no siempre asegurada. “Además, es necesaria una visión del desarrollo basada en la gestión de los servicios de los ecosistemas (provisión y regulación principalmente), teniendo presente el crecimiento de ciudades como Arauca, Yopal, Villavicencio, Puerto López, Puerto Gaitán y Puerto Carreño, entre otras, las cuales constituyen una oportunidad para acercar la biodiversidad a lo urbano y armonizar lo urbano con la biodiversidad. Esta es la propuesta del Humboldt de trabajar bajo el concepto de biodiverciudades”, sostiene el profesor Andrade, quien además lamentó lo que calificó como "una etapa nefasta de negación de la evidencia científica".