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Bogotá, julio 16 de 2012.- La Iglesia Colombiana, reunida en su asamblea plenaria, expresó su preocupación por la presencia de proyectos mineros en territorios de comunidades campesinas, indígenas y afrocolombianas sin el debido enfoque social y ambiental, así como sobre la destrucción de la naturaleza selvática del país, pulmón del planeta.

Los obispos también se mostraron preocupados por lo que ellos consideran "el creciente desequilibrio y aun oposición, entre el desarrollo de la minería y el desarrollo humano agrario que genera desempleo, nuevas pobrezas y grave deterioro de la salud como efecto de prácticas inadecuadas en la explotación". Consideraron, además que estas diferencias constituyen un detonante de conflictos ambientales y sociales generadores de nuevas violencias.

En opinión de la Iglesia, se presencia en el país un modelo minero de extracción sin suficiente desarrollo tecnológico e industrial ni del sector terciario en las zonas de minería y con un alto impacto ambiental.

Advierten, igualmente, que hay desconocimiento en tonro a las razones históricas que llevaron a la minería informal y el surgimiento de una verdadera “minería ilegal” y violenta.

Invocando sus principios cristianos, a través de los cuales anuncian “la verdad del amor de Cristo en la sociedad”, clamaron por el desarrollo y el crear verdaderas condiciones de vida digna para nuestro pueblo".

Los alto jerarcas precisaron que si bien son conscientes de la creciente necesidad de energía en el país y en el mundo, así como de la cada vez mayor demanda de materias primas, plantearon "repensar creativamente un nuevo modelo de desarrollo que tenga como centro el respeto de la dignidad de la persona humana y sus derechos fundamentales; que responda a las necesidades actuales pero que garantice su sostenibilidad para las generaciones futuras". En tal sentido, conaiseran que no es aceptable un modelo de riqueza para hoy y pobreza para mañana".

Bajo este panorama, la Iglesia le propuso al Estado colombiano formular un código minero moderno, justo, motor y garante del desarrollo humano, el cual debe ser elaborado con la consulta a organizaciones, grupos y movimientos sociales cercanos a las necesidades de las gentes.

En su pronunciamiento, la Iglesia también le pide al Gobierno actuar con firmeza frente a la destrucción incontrolada del medio ambiente e impulsar el desarrollo de tecnologías y métodos de extracción amigables con la naturaleza.

Le pidió también a la industria minera: comprometerse en su tarea con una mirada más humana y acoger los desafíos éticos que esta actividad implica, al reconocer su aporte al desarrollo nacional.

La Iglesia, por su parte, se comprometió a continuar acompañando de manera permanente al pueblo colombiano "en la búsqueda de la verdad y la justicia al servicio de la vida, favoreciendo el diálogo constructivo y evitando la violencia".