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Investigadores de la Universidad Nacional de Colombia alertaron sobre los peligros de extinción de las guacamayas azul y amarilla, que habitan el Amazonas, debido a la sobreexplotación de esta especie.

“Si una población ya está siendo sobreexplotada, cualquier tasa y tipo de extracción tendría graves efectos sobre su viabilidad y podría llevarla rápidamente a la extinción. La extracción de adultos, aún en poblaciones sanas, es aún más crítica pues una tasa del 3% ya produce disminuciones poblacionales, y si están siendo sometidas simultáneamente a extracción de pichones y adultos, las tasas de caza no deben superar el 1% ó 2% para que no haya riesgo de extinción”, explicaron a la agencia Unimedios Esteban Carrillo y Diego Fernando Builes Puertas, autores de la investigación.

Los géneros Amazona (loras) y Ara (guacamayas) son especialmente vulnerables, debido a factores como sus bajas tasas reproductivas, baja supervivencia de pichones, edad tardía de la primera reproducción, amplia proporción de adultos no reproductivos y requerimientos específicos para la construcción de nidos. A esto se suma que son los dos géneros más apetecidos como mascotas, y cuya extracción genera mayores “ganancias” económicas a los cazadores locales.

En particular, la guacamaya azuliamarillo (Ara ararauna), que se distribuye en los bosques de tierras bajas desde Panamá hasta el centro de Bolivia y el sureste de Brasil, es común, pero disminuye de acuerdo a la actividad humana y ya se han registrado extinciones locales.

El análisis de sensibilidad en el escenario de cacería de adultos para artesanías muestra que este tipo de extracción puede tener profundos efectos. A través de un programa de modelamiento, se determinó que con solo extraer el 3% de los adultos, la tasa de crecimiento se vuelve negativa, con extraer el 8% de los adultos comienza a haber probabilidades de extinción, y con tasas de extracción iguales o mayores al 10%, la probabilidad de extinción de la población en los siguientes 100 años oscila entre 52% y 100%.

Los investigadores advierten que la única forma de extracción sostenible es la cacería de subsistencia, que se realiza con la finalidad de obtener proteína animal o subproductos de caza para satisfacer las necesidades de grupos humanos ligados a zonas rurales. Así mismo, urgen para que las tasas de caza de pichones sean disminuidas por debajo del 10%, a fin de no afectar la viabilidad poblacional.

“La recomendación que hacemos es que se establezcan áreas protegidas que incluyan sus lugares importantes de anidación y alimentación como los salados y los cananguchales, así como incluir la especie en el Apéndice I de Cites y prohibir completamente su comercio hasta que se realicen los estudios y Análisis de Viabilidad Poblacional (PVA, por sus siglas en inglés), que establecen las tasas y formas de extracción sostenibles”, concluyen los investigadores.