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En esta zona del Pacífico, que empieza a desplegarse desde el río San Juan hasta los límites con el Ecuador, en localidades de los departamentos de Valle, Cauca y Nariño, las mayores porciones del territorio sin vegetación natural (transformados) se localizan hacia el departamento de Nariño hasta los límites con Putumayo.

 

CALI.- “A medida que uno se va desplazando hacia el sur de Nariño, en límites con Putumayo, se observan más áreas intervenidas, hay más blancos y vegetación no natural, en contraste con la zona que se encuentra hacia el departamento del Chocó, que está más conservada”.

Así lo destacan los ingenieros ambientales Noralba Carvajal y Fernando Jiménez, quienes desde comienzos del 2022 se han dedicado juiciosamente a implementar la metodología seleccionada para ir completando el mapa de vegetación natural de esta exuberante zona del país, donde aparecen los  manglares, en la parte costera, diferentes tipos de bosques de guandales en la llanura de inundación y palmares en terrazas y áreas de tierra firme. En el norte, entre tanto, avanza el equipo de investigadores del Instituto de Investigaciones Ambientales del Pacífico (IIAP).

Luchando contra el impedimento que representan las nubes en las imágenes satelitales, por la alta pluviosidad que caracteriza a esta zona, los dos integrantes del equipo de investigación del Instituto de Ciencias Naturales (ICN) de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL), que dirige el profesor Jesús Orlando Rangel, tuvieron que modificar el código de programación de Google Engine, para “despejar” la zona y facilitar la obtención de datos correspondientes a la zona sur del Chocó Biogeográfico y aportarlos al primer mapa de vegetación natural de Colombia, un proyecto interinstitucional del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible y sus institutos adscritos, junto con la UNAL.

En un trabajo coordinado por el biólogo M. Sc. y Dr. (c) Larry Niño Arias, autor de la metodología para el levantamiento cartográfico del mapa, los ingenieros le envían los resultados preliminares al profesor Rangel -director del proyecto- para su respectiva revisión antes de cargarlos a la base de datos.

No obstante, señalan que en comparación con las zonas Caribe y Andina, la del Chocó Biogeográfico se encuentra muy conservada con una riqueza inmensa para preservar. Adicionalmente, se puede pensar en recuperar algunos de los parches identificados.

En el sector sur (Valle del Cauca, Cauca y Nariño) se caracterizaron nueve formaciones a nivel de alianza fitosociológica y una muy particular de playa -a orillas del río-, que solo está presente en la isla Gorgona en un área de 1.206. hectáreas, que representa el 46% de ese territorio insular. Dicha alianza se caracteriza por la presencia de un árbol conocido como majagua, bastante común en las playas de islas con árboles grandes y muy coloridos, especialmente adornados de flores amarillas, además de otras especies de plantas trepadoras como Canavalia maritima “haba de bahía” o “haba poroto”).

En los manglares del sur dominan dos especies (Rhizophora mangle y R. harrisoni), con diferente área de cubrimiento, en algunos casos parches hasta de 250 hectáreas.

De igual manera, los ingenieros destacan que en la parte central, hacia el Cauca, se han hallado alianzas o tipos de vegetación más propias de la zona norte, especialmente en las áreas que bordean los mangles, dominados por especies de Inga (guamo) y Pentaclethra macroloba (espadero).

Información desconocida

Mientras avanzan en la espacialización de datos e información sobre esta porción del territorio, los ingenieros destacan la importancia de contar con un mapa de vegetación natural, pues allí se plasmará información que todavía no se conoce en el país, a un nivel profundo de detalle y análisis que permitirá decidir sobre las áreas a conservar y la manera de proceder.

“Es algo muy pertinente para la toma de decisiones en cuanto a intervenciones que se hagan en diferentes ecosistemas, ya no habrá excusas, para intervenir zonas y después decir que no sabíamos que había ahí”, precisa el ingeniero Jiménez.

Los investigadores, que ya llevan el 70 % de los datos recopilados vertidos en mapas, esperan entregar terminado el proyecto correspondiente a esta región en menos de un mes, gracias a las posibilidades de trabajar en línea que ofrece el programa de Google Engine, una herramienta que consideran mucho más “amigable”, especialmente cuando se trabaja con áreas extensas.

En el mapa en construcción, la vegetación se manifiesta con un enfoque darwinista, en el cual unas especies son las que más se desarrollan en determinada zona, lo que permite hacer conteos y reconteos aplicando una metodología sencilla para establecer los grupos dominantes, explica el profesor Rangel, quien aclara que se trata de un concepto distinto al de la flora, que alude más a las plantas de determinada región geográfica, sin entrar en el análisis mencionado.

Para el director de este proyecto, que es financiado por el Minambiente, el mapa permitirá saber qué tantos bosques y demás vegetación nos queda en el territorio y cómo debemos cuidarla y restaurarla, porque “si no hay bosques no hay refugios para los animales”.