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El Índice Planeta Vivo, de la organización internacional WWF, revela que la población mundial de peces, aves, mamíferos, anfibios y reptiles disminuyó 58% entre 1970 y 2012. De mantenerse esta alarmante tendencia, la vida silvestre podría verse diezmada hasta en un 67% de aquí al 2020, advierten los autores del estudio. Según el informe 2016, las poblaciones monitoreadas en el sistema de agua dulce sufrieron una disminución total de 81% en promedio; en tanto que las especies marinas se redujeron en un 36%.

En promedio, el tamaño de las poblaciones de las especies de los vertebrados disminuyó más de la mitad en algo más de 40 años. Los datos dan cuenta de un declive anual de 2%, en promedio, y aún no hay señales de que esta tendencia baje.

De acuerdo con los investigadores, podríamos presenciar un declive de dos tercios de especies naturales en el medio siglo que se extiende desde 1970 hasta 2020, a menos que actuemos ahora para reformar nuestros sistemas alimentario y energético, y cumplir los compromisos mundiales para enfrentar el cambio climático, proteger la biodiversidad y respaldar el desarrollo sostenible.

El estudio demuestra que los seres humanos estamos doblegando al planeta por primera vez en su historia, pero también destaca soluciones a problemas globales.

El Índice Planeta Vivo, que mide los niveles de abundancia de
la biodiversidad con base en el monitoreo de 14.152 poblaciones de 3.706 especies de vertebrados, muestra una tendencia decreciente constante.

El empleo de los recursos naturales por parte de los seres humanos ha aumentado de forma impresionante, especialmente desde la mitad del siglo XX, “por lo que estamos poniendo en peligro los sistemas medioambientales claves de los que dependemos”, sentencia el informe de WWF.

Los científicos plantean que, como resultado de la actividad humana, se ha transitado del Holoceno a una nueva época geológica conocida como el Antropoceno.

El siglo XXI, según la organización internacional, le plantea a la humanidad el doble desafío de conservar todas las formas y funciones de la naturaleza y de construir un hogar equitativo para las personas en el planeta.

El Índice Planeta Vivo (IPV) mide la biodiversidad recopilando datos de varias especies de vertebrados y calculando el promedio en que cambia la abundancia con el paso del tiempo.

Este índice puede compararse al índice bursátil, solo que en lugar de monitorear la economía mundial, es un indicador importante de la condición ecológica del planeta. Se basa en información científica procedente del monitoreo de 14.152 poblaciones de 3.706 especies de vertebrados (mamíferos, aves, peces, an bios, reptiles) de todo el mundo.

Muchos depredadores

A través de la historia, la capacidad de la naturaleza para absorber el impacto del desarrollo humano ha tenido límites. En tiempos pasados, la contaminación y otras presiones desembocaron, sobre todo, en el deterioro de los ambientes locales.

Pero hoy, además, hemos forzado a escala planetaria los límites de la resiliencia de la naturaleza. La población del mundo pasó de tener alrededor de 1,6 miles de millones de personas, en 1900, a los 7,3 miles de millones actuales.

Durante este periodo, los adelantos tecnológicos y el uso de la energía fósil permitieron satisfacer la demanda creciente de recursos del planeta.

Las actividades humanas y la explotación de recursos aparejada con ellas han crecido de forma tan drástica, especialmente desde
la mitad del siglo XX, que las condiciones medioambientales que fomentaron nuestro desarrollo y crecimiento están comenzando a deteriorarse. Es evidente que la superación de los riesgos a escala planetaria será muchísimo más compleja que cualquier cosa que hayamos emprendido antes.

La perspectiva del sistema de la Tierra puede ayudarnos a comprender las relaciones complejas entre las acciones humanas y los impactos globales que afectan el estado natural del planeta.

Esta perspectiva nos permite apreciar cómo los cambios locales tienen repercusiones a otras escalas geográ cas y nos da luces para ver que los impactos que influyen en un sistema también pueden afectar a otros.

Aunque se observan y se reconocen cada vez más las repercusiones de la presión humana en el medio ambiente, la sociedad todavía tiene que diseñar una respuesta económica razonable para contrarrestar esta situación.

De acuerdo con los datos de la Huella Ecológica de las últimas cuatro décadas, los pocos casos de reducciones de la Huella a escala mundial no son producto de las políticas concebidas para aminorar el impacto humano en la naturaleza. Más bien, fueron reacciones a grandes crisis económicas, como la del petróleo en 1973, la profunda recesión que padecieron los Estados Unidos y muchos de los países miembros de la OCDE entre 1980 y 1982, y la depresión económica mundial de 2008 y 2009.

Más aún, las reducciones de la Huella Ecológica total fueron apenas fenómenos pasajeros, tras los cuales esta ascendió rápidamente, destacan los autores del informe.

Acciones optimistas

Los hechos y las cifras de este informe tienden a presentar
un panorama difícil, pero aún queda un gran espacio para el optimismo, sostiene la WWF. “Si llevamos a cabo las transiciones que se requieren con urgencia, las recompensas serán enormes”, subraya el estudio.

Por fortuna, ya varios países han conseguido elevar los niveles de vida de sus habitantes empleando muchos menos recursos que los países industrializados.

Además, el mundo está llegando a un consenso sobre la dirección que debemos seguir. En 2015 se adoptaron los Objetivos de Desarrollo Sostenible para 2030. Y en la Conferencia sobre el Cambio Climático de París (COP21), celebrada en diciembre de 2015, 195 países adoptaron un acuerdo global para combatir el cambio climático y acelerar e intensificar las medidas e inversiones necesarias para forjar un futuro sostenible bajo en carbono.

Por último, nunca antes comprendimos como hoy la escala de nuestro impacto en el planeta, el modo como interactúan los sistemas medioambientales esenciales y la manera como podemos manejarlos.

En última instancia, para enfrentar la desigualdad social y la degradación del medio ambiente es necesario un cambio de paradigma global que apunte a una existencia que no transgreda los Límites Planetarios. “Debemos crear un nuevo sistema económico que amplíe y mantenga el capital natural en el que esté cimentado”, destaca el estudio.

Es fundamental que posibilitemos y fomentemos las innovaciones importantes y las habilitemos para que se adopten rápidamente en entornos más amplios, recomiendan los analistas.

Desde su mirada, la sostenibilidad y la resiliencia llegarán mucho más pronto si la mayor parte de la población del planeta comprende el valor y las necesidades de nuestra Tierra, cada vez más frágil.

En su opinión, la comprensión generalizada de la relación entre la humanidad y la naturaleza podría inducir un cambio profundo que le permita a toda clase de vida prosperar en el Antropoceno.

Para leer el informe total vaya al siguiente enlace:

http://awsassets.panda.org/downloads/informe_planeta_vivo_2016.pdf

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