Si se siguen ignorando los graves riesgos ambientales y las profundas desigualdades sociales se está poniendo en serio peligro las décadas de avances permanentes de la mayoría de los pobres del mundo, e incluso se podría revertir la convergencia mundial del desarrollo humano.
La anterior afirmación está consignada en el Informe sobre Desarrollo Humano 2011, divulgado hoy por Naciones Unidas.
El Informe identifica vías de acción para que las personas, las comunidades locales, los países y la comunidad internacional promuevan la sostenibilidad ambiental y la equidad de maneras que se refuercen entre sí.
Los análisis más recientes demuestran de qué manera los desequilibrios de poder y las desigualdades de género a nivel nacional están vinculadas con menor acceso a agua potable y saneamiento mejorado, degradación de la tierra y enfermedades y muertes debido a la contaminación atmosférica, situaciones que amplifican los efectos asociados con las disparidades en los ingresos.
La desigualdad de género también interactúa con los resultados ambientales, empeorándolos. En el ámbito mundial, la estructura de la gobernabilidad a menudo debilita la opinión de los países en desarrollo y excluye a los grupos marginados. Sin embargo, hay alternativas a la inequidad y la insostenibilidad.
Las inversiones que mejoran la equidad -por ejemplo, facilitando el acceso a energía renovable, agua y saneamiento, y salud reproductiva- pueden mejorar tanto la sostenibilidad como el desarrollo humano.
La mayor rendición de cuentas y los procesos democráticos también son útiles para conseguir mejores resultados. Los enfoques fructíferos se fundan en gestión comunitaria, instituciones inclusivas y dedicación especial para los grupos desfavorecidos.
Más allá de los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM), el mundo necesita un marco de desarrollo que refleje la equidad y la sostenibilidad. El Informe demuestra el enorme potencial que tienen los enfoques que incluyen la equidad en las políticas y programas y que empoderan a la gente para que impulse cambios legales y políticos.
Las necesidades de financiación para el desarrollo superan con creces lo que hoy ofrece la asistencia oficial en este ámbito. Por ejemplo, el gasto actual en fuentes de energía con bajas emisiones de carbono llega a menos del 2% de las estimaciones más conservadoras sobre las necesidades en este campo.
Los flujos financieros deben encauzarse hacia los desafíos críticos que plantean la insostenibilidad y la desigualdad, y si bien los mecanismos de mercado y los recursos privados serán vitales, deben contar con el apoyo y la promoción de inversiones públicas proactivas.
"Tenemos una responsabilidad compartida frente a los menos privilegiados, tanto los de hoy como los del futuro, y un imperativo moral de garantizar que el presente no se convierta en enemigo del futuro", puntualiza el informe en el cual se ofrecen estrategias en materia de políticas ambientales y sociales.