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Hace cinco años, un equipo conformado por gente visionaria altamente competente, y dirigido por la Directora de la Unidad de Parques Nacionales, Julia Miranda, estudiaba modelos y esquemas que permitieran conservar con mejores resul-tados los Parques Nacionales Naturales. Los obstáculos a superar eran numerosos:

en primer lugar, los recursos financieros eran insuficientes para la ejecución de las actividades consignadas en los planes de manejo de esas áreas protegidas; el recurso humano dedicado a cada área, aunque de gran preparación y vocación, era limitado, lo que impedía un control del territorio asignado. Otra dificultad que se sumaba a la falta de personal es que los funcionarios debían dedicar buena parte de su tiempo a atender los visitantes que llegaban de paso o a alojarse en los parques donde había ecoturismo; su tiempo se ocupaba en múltiples actividades diferentes a las de protección, conservación y vigilancia. Adicionalmente los Parques tenían un gran rezago en inversión y sus instalaciones estaban en muy mal estado.


De todas las posibles soluciones y propuestas que se estudiaron cuidado-samente por el equipo con el apoyo de expertos, surgió la que se eligió finalmente, que fue la concesión de la prestación de servicios ecoturísticos para unos Parques determinados. La implementación no fue fácil, pues cuando impulsamos desde el Gobierno esta política pública del ecoturismo en los Parques Nacionales, a través de una alianza público privada, se desató una tormenta de críticas que advertían un acabose de los parques de cuenta de esta decisión.


Hoy, cinco años después de adjudicada la primera concesión del Parque Amacayacu en el Amazonas, me alegro de haber hecho caso omiso a esas presiones de unos pocos en nombre del ambientalismo, y celebro la firmeza y eficiencia de Julia la Directora, pues el balance de los Parques con operación ecoturística no puede ser mejor, tanto para las comunidades como para la protección ambiental.


Se logró una operación ecoturística bajo el control pleno del Estado, con una mejora sustancial en los servicios y acceso al visitante, mayor afluencia de público, mayores ingresos para invertir en los programas de conservación, focalización de los funcionarios de parques en su misión principal, y mayores oportunidades para las comunidades aledañas en puestos de trabajo y programas de generación de ingresos.


Es satisfactorio leer el informe balance de la Unidad de Parques donde se presenta la evolución positiva de cada uno de los indicadores, así como saber por los medios de comunicación que fueron los Parques Nacionales unos de los destinos elegidos por las familias colombianas en la reciente semana de receso escolar. Este modelo de concesión no resuelve todas las dificultades que implican tener más de 50 áreas en la Categoría de Parque Natural y será necesario que el Gobierno continúe sumando esfuerzos para apoyar su protección, Sin embargo, es pertinente afirmar que Colombia dio un paso fundamental también al exponer y visibilizar estas riquezas naturales que son sus Parques Nacionales pues logró una mayor valoración y conciencia de lo prioritario que resulta para todos cuidarlos como un preciado tesoro digno de ser visitado y admirado.